Las cocinas solares ya son una realidad. El Centre Ambiental Granja Júlia de Paterna ultima las pruebas de dos prototipos en los que una quincena de mienbros de Joves de la Coma, con la colaboración del ayuntamiento, lleva trabajando desde el mes de mayo, y cuyo objetivo principal, según el colectivo, «no es el resultado sino la pedagogía sobre la emergencia climática».
El proyecto nació en las aulas de Diseño Conceptual de la Universitat Jaume I de Castelló donde 112 estudiantes diseñaron un total de 26 prototipos de cocinas solares, unos modelos que la asociación califica como «un tesoro».
De esta manera, meses después de recibir las propuestas de la Universidad y tras largos días de «pruebas y errores», algunas de estas construcciones ya son funcionales. Este es el caso de «la maleta solar» y, de la misma manera, continúan trabajando para convertir cuatro antenas parabólicas en un parque solar.
No obstante, Granja Júlia desea que este proyecto no se guarde en el cajón como algo «anecdótico». «No queremos construir una cocina convencional. Estos prototipos sirven para enseñar que la energía solar es una salida», explica Luís París, uno de los monitores del proyecto. Ahora, su verdadero reto es «educar a la población sobre la emegencia climática» y llevar las cocinas solares tanto a la ciudadanía, en general, como a los centros educativos. «El fin de estas construcciones es que se conviertan en un taller itinerante para ir por las escuelas formando y dando talleres formativos», explica.
De este modo, la asociación desea presentar este otoño en Paterna los prototipos construidos y, a su vez, el libro de Carlos Francisco Echevarría, «Salvación: Estrategias personales ante el cambio climático», ex ministro de Cultura de Costa Rica que participa en los huertos del centro.
Asimismo, esta iniciativa también se ha convertido en una herramienta contra las desigualdades socioeconómicas a las que se enfrentan las personas integrantes de Joves de la Coma, quienes han sido la principal mano de obra en la fabricacióin de estas cocinas solares. «Hemos acogido este proceso de aprendizaje con los brazos abiertos. Al principio pensabamos que, al no ser ingenieros, esto iba a ser un fracaso, pero al ver que los diferentes prototipos salían adelante, me sentí realizado como persona», explica Andrés Mendoza, joven alumno del proyecto.
