Si la música amansa a las fieras, Catarroja quiere usar el arte para pacificar el tránsito. Y lo está consiguiendo a través de la pintura de diferentes murales en fachadas y suelos, que ayudan a reorganizar el espacio público y dan vida a zonas antes invadidas por los coches. Es lo que se conoce como urbanismo táctico, una fórmula de transformación urbana sencilla pero potente, que siguen ciudades de todo el mundo y que permite cambiar el uso del espacio con elementos temporales y más económicos, a través de acciones puntuales y controladas por parte de los gobiernos municipales. En resumen, un método de reurbanizar rápido, sorteando las largas tramitaciones que requieren grandes proyectos, y barato, a través de actuaciones menores y de elementos de jardinería, pintura y mobiliario que tienen muy bajo coste.

«Catarroja camina» es el nombre utilizado por este municipio de l’Horta Sud para englobar todas las acciones de urbanismo táctico que está llevando a cabo desde la pasada primavera con la pintura como el gran elemento vertebrador. En ese sentido, la primera actuación fue en la calle Colón, donde además de reordenar el tráfico, se pintó la calzada con notas musicales sobre un pentagrama y un paso de cebra simulando el teclado de un piano, haciendo así un guiño a la presencia de la sede de la Sociedad Musical l’Artesana que se encuentra en dicha calle. «Simplemente con esta pintura y la reordenación del tráfico hemos conseguido bajar la intensidad de la circulación de coches», señala el concejal de Urbanismo, Martí Raga.

Precisamente sobre el suelo también se está realizando la última actuación. Los colores de la huerta y de la marjal se están reflejando a forma de láminas sobre el adoquín hexagonal de la Plaça Vella y la Plaça Pintor Ribera. Una pintura que ha conseguido que este espacio deje de ser utilizado como zona de aparcamiento para uso y disfrute de la población, que ya puede acudir andando tranquilamente a realizar sus compras en los comercios cercanos, muchas personas mayores, y que antes debían ir sorteando vehículos pese a estar en una de las zonas más céntricas de la población. «El Ayuntamiento de Catarroja tenía una deuda pendiente con la plaça Vella, uno de los espacios más emblemáticos y al mismo tiempo más degradados del pueblo»», señala Martí, quien mira con tristeza la cantidad de locales vacíos de la zona. «Otro de los objetivos que conseguimos con estas actuaciones es poner en valor la zona. Hemos comprobado que en los lugares donde actuamos están aumentando las licencias de obras de viviendas», explica. Tal es así, que pese a que algunos vecinos son reacios al principio a los cambios de ordenación de tráfico y peatonalización, «están funcionando tan bien que hemos pasado de preguntar por qué lo hacen aquí a cuándo lo hacen en mi barrio», reconoce Raga.

Democratización del arte

Pero el arte no solo sirve para urbanizar. «Creemos que estos murales son una forma de democratizar el arte. Hay gente que no pagaría por ir a un museo pero aquí puede contemplar grandes pinturas y además, en el caso de los niños, aprender sobre nuestros elementos de identidad», señala Martí Raga, en referencia a dos murales realizados dentro de este proyecto. El primero, realizado por Xolaka, representa al Port de Catarroja y ocupa una gran fachada dentro de la remodelación del Barrio de Les Barraques. El segundo, realizado por Lluïsa Penella a la Plaça de La Llotgeta, muestra a doce aves autóctonas.