La antigua Fábrica de Conservas El Quijote, posiblemente el último vestigio de la Catarroja industrial de la primera mitad del siglo XX, que además cuenta con una fachada de estilo modernista recubierta completamente por elementos cerámicos que le dan un gran valor y que motivó que el ayuntamiento lo incorporase en el catálogo de bienes y espacios protegidos como Bien de Relevancia Local (BRL) está en grave peligro después de que los propietarios hagan caso omiso a todos los requerimientos del ayuntamiento instándoles a su mantenimiento.

Ya en 2019 el consistorio informó que había abierto un expediente sancionador ante la pasividad de los propietarios, que no presentaron en ningún momento su intención de mantener este elemento patrimonial. Un actitud que persiste. De hecho los propietarios no han abonado las 10 multas de 3.000 euros cada una impuestas por el ayuntamiento, quien valoró a través de un informe técnico que las actuaciones de mantenimiento ascendían a 30.000 euros. Esto ha provocado que el consistorio emita una diligencia de embargo sobre la propiedad hasta que se pague la deuda, mientras que confía en que los propietarios cambien de actitud y entren a negociar una posible donación u otra vía posible para que el ayuntamiento pueda rehabilitar esta joya de la arquitectura industrial.

Mientras que el edificio se degrada cada vez más, hasta tal punto que hay grave peligro de derrumbe de la cubierta. Además de que parte de sus azulejos han sido expoliados, la zona inferior de la fachada ha sido víctima de grafiteros, que no han dudado incluso en pintar por encima de los azulejos de cerámica de gran valor. En una de sus paredes hay un enorme agujero, y desde él se puede ver en el interior restos de botellas de plásticos que inducen a pensar que entra gente al lugar, pese al peligro de derrumbe de la cubierta.

Junto a las vías del tren

Ver este edificio es complicado pues se encuentra justo pegado a la vía del tren, algo que no es casual. Según el arqueólogo y defensor del patrimonio local Miquel R. Marti -un escrito suyo en el ayuntamiento propició que el entonces alcalde Francisco Chirivella colocara un vallado alrededor de la fábrica al ver a una persona arrancar un azulejo- «el tren traía las verduras desde Murcia y Alicante y descargaban directamente allí, donde ya tenían los envases de metal elaborados y preparados para empaquetarlos».

La Fábrica de Conservas El Quijote se construyó a principios del siglo XX, en torno a 1920, en el barrio de Les Barraques de Catarroja. Su propietario era Salvador Escribá, como se puede comprobar en la contraportada del programa de las fiestas patronales de San Miguel de 1926.

Libro de fiestas de 1926 donde aparece que la fábrica pertenece a Salvador Escribá.

Libro de fiestas de 1926 donde aparece que la fábrica pertenece a Salvador Escribá. A.C.

El edificio es una nave industrial en ella destaca rectangular, cubierta de teja alicantina que linda por una parte con el Camí Vell de Russafa, y por el otro a las vías del ferrocarril. La parte más importante y más valiosa es la fachada oeste, que da precisamente a las vías del ferrocarril y es perfectamente visible desde la estación de tren, justo enfrente. En ella destaca el rótulo «Fábrica de conservas» destacando en la zona central un panel alusivo a Don Quijote con el anagrama de «marca registrada». «Es un modernismo industrial valenciano de Manises precioso, es una joya en si mismo que hay que proteger», sentencia Martí.