Este año, la Virgen peregrina del Patrocinio, Patrona de Foios, ha ‘dormido’ la víspera de su solemnidad popular, en la primera casa que albergó y salvó a la original, antiquísima e histórica talla románica cuando los aciagos y tristes días de las quemas de iglesias e imágenes religiosas de 1936. Ha sido expuesta sobre un carro de caballería, sin más elementos decorativos, con la intención de resaltar este vehículo a los pies de la imagen, de centrar en él la atención tras el de la imagen.

La casa era la del ‘Tio Paco, el Roig el Cansalaer’, carnicer, Francisco Marco Montalt. Él tuvo una actuación decisiva a la hora de salvar la imagen de la hoguera que los milicianos habían montado en la plaza para quemar todo lo de la iglesia. Fueron a la casa abadía a pedirle la llave del templo al cura párroco Antonio Sorlí Balbastre. El cura se negó a darla las dos primeras veces que se la pidieron.

Pensó en salvar la imagen de la Patrona, de gran valor histórico y religioso, y pasó a la casa que hay enfrente, la carnicería, la del tío Paco. Expuso el problema y la abuela que regentaba el establecimiento, Francisca, le dijo: «Pásemela, que nosotros la esconderemos». El párroco y el sacristán, el tío Andrés, cruzaron la calle con la imagen sin corona para que no abultara ya que iba envuelta en una sotana. La pusieron en una caja de madera y la subieron al piso de arriba. La caja aún se conserva.

El cura tuvo que marcharse del pueblo y los del Comité se aposentaron en la Casa Abadía. Hicieron un bando diciendo que todos los que quisieran santos, fueran a la iglesia a llevárselos. Al poco otro bando para que los devolvieran. Decidieron mejor quemarlos en la plaza. Esta, más pequeña antes que ahora, se convirtió en un infierno de fuego. Alguien advirtió que entre las imágenes quemándose no estaba la Virgen del Patrocinio. 

Crecieron los rumores de que podría estar en la carnicería. Y pensaron en trasladarla a otro lugar, la de la familiar Filomena Montalt Carceller, en la calle Francisco Corell. El Tio Paco enganchó el carro y fue a casa de su vecino José Corell ‘el chafandi’, quien tenía la copia de la imagen histórica que salía en procesión y se la llevó a la plaza. Al que estaba dirigiendo la quema le dijo: «¿No decías que tenía yo a la Virgen? pues ahí la tenéis».

Volvió a casa, puso a la imagen histórica en un saco y la colocó entre varios de harina y cuarta para llevarla a Filomena para lo que dio la vuelta por la plaza. Al ver el fuego, el animal se asustó y no quería pasar. Uno del Comité lo cogió y lo condujo entre la hoguera y la iglesia, ayudando a pasar el carro y que la caballería no se desbocara.

Dejó la Virgen en casa de la tía Filomena y el marido Antonio la tapió bajo el hueco de una escalera. Pusieron un mueble delante y allí permaneció los tres años de la guerra. Las casas a de ambos sufrieron varios registros por los rumores que había en el pueblo. La tía Filomena, para que dejaran de molestarla, les dio la corona, despojada de lo más valioso, que guardó aparte, y entregó al final de la guerra.

La imagen, sobre un carro, en la casa que la escondió.

El párroco fue encarcelado y el 8 de noviembre de 1936, festividad del Patrocinio de María, fue llevado a Foios por los milicianos para que les dijera dónde estaba la Virgen. Sufrió tortura pero no dijo nada. Al final, lo remataron a tiros, junto a la vieja carretera de Barcelona y pasearon su cadáver arrastrado por un carro por todo el pueblo. La Iglesia sigue sin beatificarlo.

En aquel tiempo, llegó al pueblo ‘el coche de la calavera’ a por gentes de derechas o de iglesia. Entre ellos se llevó al Tió Paco, de 23 años, el que había salvado la Virgen. Alguien les paró por Bonrepós, y los llevaron al penal de San Miguel de los Reyes, donde los mataron. La madre del tío Paco fue a llevarle comida al penal el 8 de diciembre de 1936, día de la Inmaculada y la vió alguien del Comité de Albalat dels Sorells que la conocía. «Vete a casa que lo tendrás hoy para comer», le dijeron. Días después, al estar en edad militar, lo mandaron a Badajoz como asistente de un capitán republicano.

El tio Paco volvió al pueblo el 21 de mayo de 1939, justo cuando se hizo el traslado de la Virgen a la iglesia. Fernando Barrachina, quien también se salvó por piernas de que le mataran en guerra los milicianos,  compuso para ese día un poema a la Virgen.