Carmen y Paco están viviendo una pesadilla. Llevan cuatro años esperando una plaza en una residencia para su hijo de 31 años. Es autista y tiene brotes muy violentos... tanto que sus padres ya no pueden con él. Con el paso de los años, la situación para esta familia de Manises ha empeorado hasta el punto de que ahora mismo su hijo vive encerrado en una habitación. Tras años de una convivencia con cierta normalidad durante los que incluso llegó a ir a un centro de día, su hijo comenzó a ponerse cada vez más agresivo. «No quería ir. Y llegó un momento en que no podíamos llevarlo. Empezaba a romperlo todo, a mordernos, a pegarnos».

Las palabras de Carmen y Paco son duras pero reflejan la situación que están viviendo cada día. Su casa y el cuarto de su hijo es testigo de cómo ha cambiado todo a medida que empeoraba el estado de su hijo de 31 años.  La casa no tiene cuadros, ni espejos, ni nada susceptible de romperse, pues arrancó el lavabo del cuarto de baño de cuajo, tiró una mesa por la ventana («suerte que no pasó nadie»— dicen los padres) y los pasillos están plagados de animales de peluche.

El joven ahora vive en una habitación sin muebles. El aire acondicionado está «enjaulado», ya que el anterior lo arrancó de la pared y vive en un espacio con una cama sin somier y un lavabo portátil donde hace sus necesidades. Le dan la medicación por la ventana.

«Ya no podemos más, necesitamos que trabajen con él para que gane calidad de vida y sea feliz. Vemos que esto se alarga y la conselleria no contesta». «Cada vez tiene más fuerza y nosotros menos», temen. La sensación: impotencia. El sentimiento: tristeza. «Hace tiempo que no sonríe, ya no dice nada, está medicado y encerrado», lamentan.

No disponemos de un centro que pueda atender sus necesidades»

Igualdad aconseja su derivación a un centro específico de TEA al no tener recursos que encajen

La Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas dice que la demora de la adjudicación se debe a «una búsqueda infructuosa de plazas» y a que «no hay un centro específico en la provincia que pueda atender las necesidades de esta persona según su diagnóstico». No obstante, el departamento detalla los pasos que ha seguido para tratar de dar una solución a esta familia. En diciembre 2019, tal como explicaba Carmen, su hijo se da de baja del centro de día argumentando «renuncia», ya que, como explica la familia, su empeoramiento conductual les hace imposible seguir llevándolo. Ya pedían una residencia para él. 

La conselleria intentó integrarlo en dos centros, pero «no eran adecuadas al perfil», por tener otras necesidades y poder poner en riesgo a otras personas que allí conviven, según fuentes de Igualdad. De ahí que en dos ocasiones (mayo de 2019 y enero de 2020) dos centros denegaran el expediente. 

En enero del 2020 se ofreció a la familia, tal como explica Igualdad, la posibilidad de entrar en una residencia de Utiel «rechazando esta su progenitora por lejanía, en espera de otro recurso más cercano». Como coincide la familia. Después de eso, ni Carmen ni Paco recibieron más comunicados.

Igualdad, tras este paso, remitió en abril de 2021 a la coordinación de centros del Institut Valencià d’Atenció Social-Sanitària (IVASS) el expediente para explorar todavía más opciones para el ingreso en algún centro y la respuesta concluyó que ninguno de los recursos eran adecuados porque no son específicos para las necesidades del hijo de Carmen, por lo que, al no poder atenderle de forma óptima, aconsejaban la derivación de su hijo «a un centro específico para personas con diagnóstico TEA, en el que pueda recibir el tratamiento requerido». Dos meses después, la familia interpuso una reclamación por demora en la adjudicación de plazas porque no sabían que había una resolución emitida.