Hace unos meses, desde el Gobierno Municipal del Ayuntamiento de Chiva nos embarcamos en un proyecto piloto para nuestro municipio. Oficialmente, la decisión de transformar el centro urbano la tomamos en los primeros meses de legislatura, sin saber que una pandemia mundial estaba a la vuelta de la esquina e iba a alterar todos los calendarios y prioridades.

Llegada la primavera de este año y tras tener todos los trabajos previos hechos, pudimos poner en marcha a través del concepto de urbanismo táctico, una serie de pruebas piloto que hemos ido modificando y ajustando durante varios meses. Lejos de imponer nuestro criterio, hemos sometido cada paso a debate y diálogo con diferentes sectores de la población. Nadie nos obligaba a hacer todas estas pruebas, se podía haber impuesto la decisión directamente en la ejecución de la obra estructural, pero verdaderamente existen otras formas de hacer política.

En este otoño-invierno de confusión climática, los meses de participación ciudadana con decenas de reuniones, talleres y debates, han culminado con una consulta ciudadana. El pueblo ha hablado y el Gobierno ha obedecido. El pueblo ha hablado porque desde su Ayuntamiento hemos querido darle la voz y las herramientas; el Gobierno hemos obedecido porque, aunque los resultados no estén alineados con nuestra apuesta, nos creemos la democracia participativa.

La relación entre el espacio peatonal y el espacio para el tráfico, ha vuelto a su estado anterior apenas unas horas después de finalizar la consulta, cumpliendo con el dictamen de la ciudadanía. Y en esos términos están redactando también el proyecto de obra estructural que durante 2022 acometeremos.

¿Qué sentido hubiese tenido imponer un criterio que no es compartido por la mayoría de la población que ha votado? No concibo un proyecto político que no cuente con respaldo ciudadano. Otra cosa es que cueste o tarde en llegar, que nos tropecemos y nos levantemos una y mil veces, pero se requiere de convicción colectiva para consolidar transformaciones.

La participación, que apenas ha girado alrededor del 20% del censo llamado a voto, me ha recordado a las escuetas cifras de participación en los centros escolares, que entre cientos de familias de cada colegio, apenas se consigue que un digno puñado de personas forme parte del AMPA o que unas contadas decenas voten la renovación del Consejo Escolar o se posicionen para determinar qué jornada educativa quieren para su hija o hijo.

Hay transformaciones que nos han costado menos, como eliminar el tráfico en las inmediaciones de varios centros educativos a la entrada y salida de escolares, gracias al proyecto ‘Caminando al cole’, que sigue ampliándose al resto de colegios de Chiva y que ha sabido anticiparse a una reclamación actual de las comunidades educativas en toda España. Y hay transformaciones que cuestan más, pero que más pronto que tarde, llegarán. La única batalla perdida es la que abandonamos y abandonar no está en nuestro ADN.

La democracia es y debe ser mucho más que elegir representantes públicos cada cuatro años. Es un proceso de profundización y elaboración lenta, e igual que la libertad que promulgaba Clara Campoamor, la democracia ha de aprenderse en el ejercicio de la misma.

Con el resultado de este ejercicio democrático, no pierde el Alcalde o Concejal de turno, no fracasa la propuesta del Gobierno que siempre estuvo condicionada a la voluntad popular, sin imposiciones, desde el primer minuto. Lo que se ha perdido en Chiva es la oportunidad de iniciar una transformación que se propague al resto del municipio, sale perdiendo toda la ciudadanía en general, pero personas con movilidad reducida, andadores, garrotes, sillas de ruedas o carritos de bebé en particular, como también pierden los escolares que caminaban en comanda hacia el colegio cada mañana o las grandes colas para comprar que se formaban en las tiendas, favoreciendo la dinamización del comercio, para las que ya no quedará espacio peatonal. Me siento orgulloso de haber trabajado en este proyecto con la mayoría del Gobierno en defensa de las personas más vulnerables y me tranquiliza ser de esas personas a las que no nos importa dar esa vuelta kilométrica con el coche, si con ello estoy favoreciendo todo lo citado.

En política, hay tantos proyectos que salen adelante como tantos otros que se quedan a medio camino o ni siquiera salen de un cajón. La acción de gobierno va mucho más allá de una calle. Lo importante es tener proyectos, que no todos tienen.

Atrás dejamos la contaminación partidista y el sesgo mediático de quienes ni quisieron ni han querido entender nunca. La vida sigue y en ella debemos seguir creando, proyectando, dialogando, impulsando, debatiendo, analizando, solucionando. ¿Cuántos políticos en Chiva han dado voz al pueblo y han cumplido su mandato? Otro escenario tendríamos. ¿Os suena la consigna “gobernar escuchando”? Ese es el camino.

El anuncio el pasado octubre de una consulta ciudadana sobre el diseño del centro urbano en Chiva causó desconfianza en mucha gente y no les culpo, no tenemos la costumbre de tener gobernantes que nos den voz y voto. Por suerte, aquí somos demócratas practicantes.