Había ganas de fiesta y se ha notado. Vecinos y foráneos no han querido faltar a la cita de la Tomatina este 2022 y celebrar por fin su 75 aniversario. Esta edición era la primera tras el parón forzoso por el coronavirus y la ilusión tenía que volver con fuerza. Las cifras para este año apuntaban a que iba a ser así y lo cierto es que la fiesta de tomate de este año no ha defraudado a nadie. Como si durante estos dos años nada hubiera pasado, Buñol ha vuelto a convertirse en un mar de rojo tomate, el escenario de una batalla campal donde el tomate es la munición y el único objetivo es pasárselo bien y aprovechar al máximo el tiempo mientras pasan los seis camiones llenos de carga.

A las 12 en punto se escucha el cañonazo que indica el principio de la batalla. En apenas una hora de duración, más de 20.000 personas han tomado las calles que conforman el centro de Buñol para convertirlo en un río de gente cubierta de rojo. Las más de 130 toneladas de tomate se han lanzado a diestro y siniestro y han llegado hasta las calles, casas e incluso balcones de la localidad. Para añadir a la masa de tomate y sudor, los vecinos de la localidad preparan cubos de agua para mojar a los participantes de esta guerra. Nadie se salva de acabar empapado. 

La Tomatina de Buñol es una de las fiestas más internacionales no solo de la Comunitat Valenciana sino también de España. Esta celebración ya traspasa todas las fronteras y consigue reunir a personas de todo tipo de nacionalidades. Desde australianos, hasta japoneses, pasando por británicos, indios y canadienses, ninguno ha querido perderse esta fiesta única en el mundo. “Es una fiesta muy querida por todos los países que nos visitan y es un día muy grande para nosotros”, explica Juncal Carrascosa, alcaldesa de Buñol. 

"Me ha encantado todo, es asqueroso pero al mismo tiempo maravilloso".

Algunos ya conocían la fiesta, otros incluso repetían. Sin embargo, muchos no habían tenido la oportunidad de venir hasta Buñol y la pandemia les había impedido hacerlo hasta este año. Entre quienes se estrenaban, opiniones diversas. Aisha ha viajado desde Canadá para conocer La Tomatina. La experiencia le ha parecido difícil de explicar: "Me ha encantado todo, es asqueroso pero al mismo tiempo maravilloso". Algo similar opina Santiago. Conocía la fiesta pero nunca se había metido en la batalla. "Es la primera vez que venimos y ha sido muy divertido, pero también un poco agobiante. Si durase media hora más sería mejor".

Mientras que la mayoría llevaba el “uniforme reglamentario de la Tomatina”, todo de blanco, algún valiente se atrevía con los disfraces. Katsuro, con un grupo mayor de japoneses, decidió disfrazarse del famoso dibujo animado Pikachu. Además, algunas personas viajan expresamente para esta fiesta. "La 'tomato fight' en Japón es muy conocida", explica una pareja de japoneses que visita la localidad por primera vez y en un plazo muy corto: tan solo 48 horas. "Llegamos ayer por la noche y nos volvemos mañana por la mañana solo para estar aquí", añaden.

Buñol se tiñe de rojo con el primer camión de la Tomatina

Buñol se tiñe de rojo con el primer camión de la Tomatina Natalia Aguilera

Junto a los miles de participantes que han llegado de fuera, en esta edición el Ayuntamiento de Buñol ha querido que esta fiesta también tuviera presencia local. Se han reservado hasta 7.000 entradas para vecinos de la localidad, consiguiendo que esta celebración fuese “más buñolera”. “Este año hay un turismo mucho más cercano, de la Comunitat o de lugares más próximos, ya que la pandemia aún no permite el movimiento de personas habitualmente consumidoras de la Tomatina”, explica Carrascosa. Los locales están encantados con la fiesta. “Es una fiesta para disfrutar todo lo que podamos y viniendo más gente se disfruta más”, comenta el buñolense Salva Merenciano.

Comienza la Tomatina en Buñol German Caballero

Esta ha sido la Tomatina más segura hasta la fecha. Juncal Carrascosa, alcaldesa de la localidad, explica que no solo se han reforzado los puntos violeta con respecto a años anteriores, sino que, como novedad, al frente de cada camión hay un voluntario para "ayudar de forma rápida en caso de que alguien se sienta amenazado". "El objetivo es que todo el mundo disfrute de la batalla con el mayor índice de seguridad", comenta Carrascosa.

La dificultad de la limpieza

Móviles, llaves de casa y tarjetas de crédito. Estos son algunos de los objetos personales que los participantes en la fiesta pierden durante la guerra del tomate. "Si lo encontramos lo llevamos a las autoridades, pero muchas veces se pierden para siempre", explica Vanesa Tejada, que forma parte del personal de limpieza.

Tejada ha empezado su turno a las 4 de la mañana y lo terminará a las 7 de la tarde. "Normalmente para esa hora ya está todo limpio y si no lo está tocará hacer horas extra", explica. "Esto es un caos", añade. Belén Ribera, que también participa en la limpieza del municipio, explica que para ella sí vale la pena. "A pesar de esto, es una fiesta maravillosa", comenta. Sea como sea, para esta noche ya no quedará ni rastro de tomate en la localidad valenciana.