Cada jueves anterior al Gran Premio Motul de la Comunitat Valenciana, las calles de Cheste se preparan como si fueran, en sí mismas, un recinto festivo. Las vallas que impiden el paso de los vehículos se agolpan en las esquinas de las calles, los bares y restaurantes montan barras en las puertas y los vecinos hacen las últimas compras antes de que su localidad se llene de aficionados, porque a partir de esta tarde y hasta el domingo, Cheste es para los moteros.

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Ambientazo en Cheste | La afición disfruta con el Pit Walk Fotos: Francisco Calabuig.

Todo o casi todo se dirige a ellos, y no es para menos: el último estudio de impacto económico realizado en 2014 por Millward Brown, estimó que se ingresaban unos 38 millones de euros en toda la provincia a costa de la competición de motociclismo. Esa cantidad se extrae del gasto medio que las personas que pasan por allí se dejan durante el fin de semana, y son unas 100.000 personas, una cifra que ahora, tras dos años de parón por la pandemia, se espera superar.

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Así se prepara Cheste para celebrar el Gran Premio Motul de la Comunitat Valenciana de motociclismo Fernando Bustamante

El año pasado se aplicó el "modelo fallas": sin aglomeraciones ni verbenas, ni música ni barras. Las comidas y cenas solo podían realizarse en las mesas de los restaurantes y por supuesto el botellón estaba prohibido. El alcalde, José Morell, recuerda estas medidas como si formaran parte de otra realidad. "Pese a todo, fue increíble la gente que vino hasta aquí, así que este año esperamos que se registren los mismos datos de asistencia de antes de la pandemia", explica.

La novedad es, como señala el primer edil, que vuelve la normalidad. Verbenas y eventos copan la agenda municipal para estos días. Todo lo demás sigue el esquema de las anteriores ediciones, aunque con pequeños detalles diferenciales: por primera vez se han instalado en algunas vías las vallas "New Jersey" para evitar el acceso de vehículos en las calles cortadas, donde sí entrarán las motos a hacer sus tradicionales espectáculos. Además, se han habilitado vías de evacuación en calles perpendiculares a los epicentros de la fiesta: avenida Castilla, Pérez Galdós, Vicente Navarro y Chiva. Todo para evitar grandes aglomeraciones, con la terrible imagen de lo sucedido en Seúl la pasada semana.

Preparativos para el campeonato de MotoGP en Cheste Fernando Bustamante

Así que, con las calles dispuestas, los residentes se debaten entre dar la bienvenida a la fiesta o asumir que tienen que marcharse. Para algunas, como Juani, lo que se organiza es "un poco exagerado", sobre todo para los que viven en el centro como ella. Antonio lo califica de "horrible" y cada fin de semana de premios, baja la persiana de la verdulería y se marcha a Pedralba.

Hay otros residentes, como Carmen, que lo disfrutan: primero, porque le gusta el ambiente motero, y segundo porque convierte su casa en un albergue para amigos y conocidos. En total este fin de semana se alojarán en su casa una veintena de personas agolpadas en camas en el primer piso de su vivienda y en tiendas de campaña en el garaje. Algunos pagan por tener un techo bajo el que dormir durante el fin de semana y con otros llega a acuerdos para hacerles una visita en verano: "Viene un amigo de Viella al que no le cobro nada porque en verano voy allí a verle, o los cinco chicos que vienen a Asturias, que después me invitan a mi".

Carmen prepara tiendas de campaña para sus invitados en Cheste. Fernando Bustamante

En su albergue improvisado se queda Icíar, vecina de València, que disfruta de este fin de semana cada año "desde siempre". Ha pedido vacaciones para estar desde el jueves por la mañana y a partir de entonces, las visitas al circuito con la moto Honda de su compañero son frecuentes. "Pero dormimos aquí, en el centro, porque no se puede conducir si has bebido y está lleno de controles policiales", explica.

Como ellos, el resto de viviendas de esta céntrica calle aloja también a moteros, que consumirán durante todo el fin de semana en el municipio. "La hostelería y los comerciantes son los más beneficiados, y que haya vuelto la normalidad es una muy buena noticia para ellos", explica Morell. De hecho, Francisco, del Asador Paco, señala que un fin de semana como este supone hacer la caja de tres: "Es muy agobiante, pero compensa", señala, y explica que lleva 22 años haciéndolo, casi desde que tiene uso de razón. Por su parte, Susana se enfrenta a su primer Gran Premio desde que regenta la Heladería Sur, y espera que sea una inyección económica para el resto del año. "El año pasado fue una locura, pese a que había restricciones, así que espero que se cumplan las previsiones ahora también", señala, mientras Toni, el proveedor de hielo, entra una carretilla tras otra de hielos en el establecimiento.

Ambos han tenido que contratar refuerzos para el fin de semana, como en el restaurante Xiang Man Lou, donde Verónica explica que han dado de alta a 10 personas. "Abriremos el interior del restaurante y la terraza la hemos alquilado a un chico que va a llevar la barra de bebidas", señala. Mientras, en el estanco Paz 1, la dependienta Verónica asegura que se han doblado los pedidos de tabacos ante la previsión del fin de semana. "A nosotros todo esto nos beneficia, claro", afirma.

Restricciones sí, pero en el circuito

Un buen ejemplo de esa fidelidad al campeonato es el de la familia Byrne Wherity, cuyos integrantes vinieron desde Dublín el año pasado y lo han vuelto a hacer esta vez para ver competir al menor de todos ellos, Finnan Wherity, que lo hará en MiniGP. Vienen a pasar el fin de semana y disfrutar de la prueba, pero lamentan que este año también se hayan tenido que quedar fuera del circuito para ver competir a Finn: "No hay restricciones de ningún tipo, van a entrar miles y miles de personas en las gradas, pero solo dejan pasar a tres personas con cada menor", lamenta Brendan.

La familia Byrne-Wherity en el campeonato de MotoGP en Cheste Fernando Bustamante

Estos irlandeses disfrutan, aún así, del ambiente que se genera en torno a las pruebas infantiles desde la parte trasera del circuito, tras las vallas, donde se aglutinan familiares de competidores italianos y americanos en una grada improvisada para animar a los más pequeños.