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El presidente de EE UU, Barack Obama, no ha tenido más remedio que volcarse en la campaña para las elecciones parlamentarias del próximo 2 de noviembre, ante el mal augurio que muestran todas las encuestas hacia su partido. El presidente lleva dos semanas viajando de costa a costa intentado convencer a su electorado más próximo de la necesidad de ir a votar. A jóvenes, mujeres, hispanos y afroamericanos no para de advertirles que un triunfo republicano reactivaría las políticas de Bush, que pusieron al país y a la sociedad norteamericana al borde del abismo.

La Casa Blanca ha puesto también toda la carne en el asador y bombardea a los electores con vídeos del presidente y su esposa, Michelle, que se emiten por todo el país en horas de máxima audiencia. El último fue una cinta distribuida el pasado viernes en el ámbito hispano. "Compartimos un sueño", indicó, refiriéndose a aspectos como la capacidad de "triunfar" si se trabaja "duro" o a la posibilidad de disponer de un histórico seguro médico. "Para que nuestros hijos puedan recibir una buena educación sean ricos o pobres", agregó en otro momento del anuncio. Obama apeló -finalmente- en su mensaje al "sueño americano", y pidió el voto no sólo para él, "sino para mantener ese sueño vivo para ti y para tus hijos".

La figura de la primera dama estadounidense es decisiva para los estrategas de la campaña. Sus índices de popularidad superan al resto de las esposas de los últimos presidentes. Es cercana, elegante e inteligente, dicen los sondeos. Y eso hay que aprovecharlo. "Se trata verdaderamente de algo más que política. Se trata de si como pueblo avanzamos pese a los retos y el cinismo y la frustración y utilizamos la oportunidad que hemos recibido para construir mejores comunidades y un mejor país", dijo Michelle el pasado domingo ante el delirio de los más de 35.000 personas en Columbus (Ohio), una zona especialmente castigada por el paro. Y no ha sido su único acto público. Los demócratas confían en el tirón de Michelle para mantener la mayoría del voto femenino que apoyó a Obama en 2008; pero también supone un guiño hacia los sectores más progresistas -desencantados con la trayectoria del presidente- y, por supuesto, a los afroamericanos.

De todas las partidas en juego, la de Nevada está marcada en rojo por Obama. En ese estado la consigna demócrata es salvar a Harry Reid, el líder de la mayoría en el Senado. Para ello, el presidente desembarcó el viernes en un gran acto para dar la vuelta a los sondeos, que dan vencedora a la republicana Sharron Angle. Algo que, de producirse, sería el símbolo de la decadencia demócrata en el Congreso. Tal es el desasosiego de los demócratas que, la víspera electoral enviarán a Nevada a su última gran baza: Michelle Obama.

Clara ventaja republicana

Angle es una ex profesora que se ha convertido en una estrella rutilante del "Tea Party", entre otras cosas por sus posiciones contra la inmigración. Esta colaboradora de Sarah Palin, la líder del movimiento ultra, respaldó la polémica ley SB 1070 de Arizona que penaliza a cualquier sospechoso de ser inmigrante irregular.

El Partido Republicano tiene una ventaja de siete puntos para las legislativas de noviembre, cuatro puntos más que hace un mes según una nueva encuesta dada a conocer el pasado miércoles. El sondeo conjunto del diario The Wall Street Journal y el canal de televisión NBC News otorgaba a los republicanos una intención de voto del 50% frente al 43% de los demócratas, ahora en mayoría en el Congreso.

El Journal destacaba que en los 92 distritos electorales considerados más competitivos para la Cámara de Representantes, la ventaja republicana entre los votantes registrados es de 14 puntos.

Mientras tanto, el llamado Tea Party Express -el autobús fletado por el movimiento ultraconservador, con Sarah Palin al frente- inició el pasado lunes su cuarta y última gira del año justo en Reno (Nevada). El movimiento recorre en autobús 30 ciudades, antes de terminar, el 1 de noviembre, en Nuevo Hampshire.

El "Tea Party" express

Palin dio el pistoletazo de salida al "tour" con un mitin en el que aseguró que el "Tea Party" "está ganando y revolucionando el espectro político del país". "La izquierda no sabe qué hacer con vosotros", señaló la ex candidata republicana a la vicepresidencia de EE UU a las personas que la aclamaban. A juicio de la dirigente republicana, que aún no ha desvelado si presentará su candidatura a la presidencia de EE UU en 2012, actualmente "el sentido común es una especie en peligro de extinción" en Washington.

Como se ve, el "Tea Party" está en primera línea de batalla en estados como Florida, Colorado, Kentucky o Delaware. El 18% de los estadounidenses ya se declaró en abril a favor de esta nueva ola ultraliberal y anti impuestos en una encuesta del New York Times. En esa postura también influye el 10% de paro que sufre la primera potencia económica del mundo.

En menos de un año, el movimiento no ha parado de crecer. Hay 33 candidatos republicanos con un apoyo sólido del "Tea Party" y, al menos ocho de ellos, con posibilidades reales de obtener un escaño en el Senado. Sin embargo, en la dirección republicana aumentan los recelos frente al ascenso de los extremistas. Una cosa es defender políticas ultraliberales en lo económico y otra muy distinta comulgar con programas que cuestionan los fundamentos de la democracia estadounidense, comentan los estrategas republicanos.

Christine O'Donnell, la "bruja" republicana de Delaware

Parece un capítulo de "Sobrenatural", una exitosa serie de televisión estadounidense de la cadena CW Network, pero el guión se basa en la vida real de EE UU. "Coqueteé con la brujería. Me junté con gente que hacía esas cosas. No me lo estoy inventando". La frase de Christine O'Donnell causó un gran revuelo en la política del país. O'Donnell, una exaltada representante del movimiento ultraconservador "Tea Party", se anotó una sorpresiva victoria al obtener la candidatura republicana al Senado por el estado de Delaware. Días después salió a la luz la grabación de un programa de televisión de 1999 en el que O'Donnell reconocía que experimentó con la brujería. Esta y otras lindezas de la candidata causan ansiedad y vergüenza en las filas republicanas. Sus declaraciones, realizadas en el programa "Politically Incorrect" (Políticamente incorrecto) cuando tenía 30 años, se divulgaron la semana pasada en el espacio "Real Time". "Una de mis primeras salidas con una bruja fue sobre un altar satánico y yo no lo sabía. Quiero decir, había un poco de sangre y cosas así... Fuimos al cine y después celebramos un picnic en un altar satánico", aseguró. Los reproches no tardaron y O'Donnell desafió a los periodistas: "¿Cuántos de ustedes no salían con gente cuestionable?"