Richt Workman, un miembro republicano de la Cámara de Representantes por Florida, ha generado la polémica en este estado tras proponer que se levante la prohibición de la práctica del "lanzamiento de enanos" porque, según él, supone un obstáculo para la creación de empleo.

Esta práctica, importada desde Australia y autorizada desde principios de los ochenta en Florida, quedó ilegalizada en 1989, algo que, en opinión del congresista supone una traba a la hora de encontrar empleo.

"Estoy trabajando en destruir las trabas innecesarias a la libertad de la gente", explicó esta semana Workman, que presentó un proyecto de ley sobre esta cuestión y para quien el gobierno de Florida actúa como un "Gran Hermano".

"Todo lo que hace es impedir que algunos enanos tengan empleos que estarían felices de conseguir", señaló. La prohibición "lo que hace es impedir que los ?enanos consigan trabajo y sean felices. En esta economía, en toda economía, ¿por qué vamos a impedir a la gente conseguir un empleo gratificante?", añadió Workman en declaraciones al diario The Palm Beach Post.

"Repulsivo y estúpido"

El congresista consideró que no debe ser el estado de Florida el que impida que algunas personas trabajen en esta práctica. "Nunca obligaría a nadie a aceptar este ti?po de trabajo o pagaría por verlo", aseguró. "Creo que es repulsivo y estúpido, pero no es asunto del estado si alguien quiere hacerlo", agregó.

La práctica consiste en el lanzamiento de enanos, vestidos con equipos de protección por los dueños de los bares para ver lo lejos que podían llegar. A fines de la década de los 80 en los clubes nocturnos del estado, y en particular de Miami, fue muy popular estrellar enanos contra una pared. El hombre era lanzado con un casco en la cabeza para protegerlo. Antes, el lanzador lo agarraba por los pies, daba unas cuantas vueltas y realizaba un lanzamiento similar al de un deporte conocido como "lanzamiento de bala". A los enanos se les recompensaba por cada acción, que aumentaban a medida que los clientes bebían.

"Las personas que eran lanzadas eran alcohólicos con baja autoestima", explicó Robert van Etten, de 62 años y expresidente de la ONG Little People of America (Gente Pequeña de América). "Muchos de ellos resultaban heridos y uno se suicidó", añadió.