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Reportaje

Las mujeres toman las riendas

La victoria electoral de Zuzana Caputova en Eslovaquia se enmarca en una tendencia global

La presidenta electa de Eslovaquia, Zuzana Caputiva Reuters/ Radovan Stoklasa

Consciente de que a partir de ahora sus palabras quedarán registradas para la historia de Eslovaquia, la nueva presidenta electa, la abogada ecologista Zuzana Caputova afirmó tras ganar las elecciones el pasado domingo: «La decencia en la política no es una muestra de debilidad, sino que puede ser nuestra fortaleza. Hemos demostrado que la barrera entre el conservadurismo y el liberalismo se puede superar. Busquemos lo que nos une», dijo en las cuatro lenguas oficiales del país -eslovaco, húngaro, romaní y checo-. Caputova es la última en incorporarse a un club, el de las mujeres en las más altas instancias del poder, que va creciendo lenta pero inexorablemente.

La victoria de Caputova, además, tiene otra lectura. Apodada la «Erin Brockovich» eslovaca, ha ganado los comicios con un discurso de firmeza ante la corrupción lejano a los gestos altisonantes a los que la política empieza a acostumbrarnos. Su programa abiertamente europeísta y su defensa del colectivo LGTBI la convierten en una amenaza para el conservador y nacionalista Grupo de Visegrado, integrado hasta ahora por Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, países -especialmente Polonia y Hungría-, donde la deriva autoritaria provoca cada vez más recelos en la UE.

La llegada de Caputova -hasta hace poco una desconocida-, al poder supone un signo de esperanza de cara a las cercanas elecciones europeas para una Europa central en la que el virus del ultranacionalismo campa desde hace años a sus anchas, y se inscribe a su vez en un momento en el que el feminismo aparece como el movimiento social con mayor poder de convocatoria en el mundo.

Presencia en aumento

Caputova no va a estar sola. En el continente europeo es donde más jefas de Estado o presidentas de Gobierno hay en el mundo, unas 12. Destacan la primera ministra británica, Theresa May, y la canciller alemana, Angela Merkel -ambas en las rectas finales de sus mandatos-, pero también hay que destacar a la presidenta lituana, Dalia Grybauskaïte; a la de Estonia, Kersti Kaljulaid; a la de Croacia, Kolinda Grebar-Kitarovic; y a las de Malta, Georgia o Islandia. También hay primeras ministras en Rumania, Noruega y Serbia.

Además, en la actual Comisión Europea hay 9 comisarias de un total de 28, y un 36 % de los europarlamentarios son mujeres, unas cifras que van a aumentar en ambas instituciones tras las elecciones de mayo.

La tendencia no es solo europea. Asia es el segundo continente con mayor número de mujeres al frente. Así, Taiwán, Singapur, Birmania, Bangladesh o Nepal están dirigidos por féminas. Otros grandes países de la zona, como India y Pakistán también han estado dirigidos en alguna ocasión por mujeres como Indira Gandhi o Benazir Bhutto.

Los recientes atentados neonazis de Christchurch en Nueva Zelanda han permitido conocer a su joven primera ministra, la progresista Jacinda Ardern, cuya firmeza en la respuesta a la masacre y sus muestras de empatía y humanidad con las víctimas han conmovido al mundo.

Figuras emergentes

En el continente americano, finiquitadas las etapas de Dilma Rousseff en Brasil, de Cristina Fernández en Argentina y de Michele Bachelet en Chile ya no hay mujeres presidentas. En EE UU, la elección de Donald Trump en 2016 ha espoleado una movilización femenina sin precedentes que condujo al Partido Demócrata a recuperar el control del Congreso el pasado otoño. Así, la actual legislatura cuenta con el mayor número de congresistas de la historia del país, esencialmente demócratas, entre las que ya despuntan figuras llamadas a brillar en los próximos años en la política estadounidense, como la latina Alexandria Ocasio-Cortez.

Mucho ha llovido desde que hace poco más de 100 años el movimiento sufragista entrara en el debate público con su exigencia del derecho a voto femenino. Aunque quedan cuestiones urgentes a nivel global a las que hacer frente, como la vergonzosa brecha salarial o la intolerable violencia machista, una sufrida sufragista de principios del s.XX sin duda se sentiría satisfecha por ver cómo cada vez más mujeres toman las riendas. Es su turno.

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