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El turismo ahoga tanto la frágil Venecia como la marea alta

La inundación que ha afectado en los últimos días a la ciudad italiana ha provocado desperfectos millonarios e hizo temer lo peor a los responsables de la basílica de San Marcos

El turismo ahoga tanto la frágil Venecia como la marea alta

La ciudad de los canales ha sufrido una de las peores semanas de su historia. El miércoles amaneció con el 80 % de la superficie inundada por el efecto del «acqua alta» más grave desde que en 1966 el nivel del mar aumentó en 194 centímetros y engulló la ciudad italiana.

Las imágenes de la devastación han dado la vuelta al mundo desde el pasado miércoles. Más allá de los daños millonarios en viviendas y locales, los desperfectos en el patrimonio arquitectónico y artístico de esta joya del Adriático podrían haber resultado fatales.

El procurador responsable de la basílica de San Marcos, el ingeniero Pierpaolo Campostrini, aseguraba a la prensa que el templo veneciano estuvo «a un solo paso del apocalipsis, ha sido un completo desastre».

La subida durante la noche del martes al miércoles de 187 centímetros provocó que el agua irrumpiese por las ventanas y anegase la cripta de la basílica, encharcase el suelo repleto de mosaicos y empapase las tumbas.

Hace solo un año, en otro episodio de agua alta, Campostrini afirmó en «Il Corriere de la Sera» que era como si San Marcos hubiese envejecido «20 años en 24 horas».

Pese a los daños superficiales en pilares y obras, lo peor podría esconderse en los cimientos de la joya bizantina. «La marea podría haber creado problemas de estabilidad en las columnas que sostienen San Marcos», lo que podría haber derivado en el crollo o derrumbe instantáneo del edificio, algo que sucede con cierta frecuencia en la ciudad y que en 1902 supuso el derrumbe de el campanario del templo, que hoy en día luce reconstruido.

Una joya delicada

La naturaleza de Venecia la convierte en una ciudad «muy frágil», explica Miguel Ángel Cajigal, historiador del Arte y asesor de la UNESCO en conservación del patrimonio. Esta «joya» está cimentada sobre centenares de columnas de madera enterradas bajo el fango de la laguna a modo de palafitos. Se trata de una técnica «segura» y que todavía se utiliza en la construcción, aunque las peculiaridades de la capital del Véneto complican su vulnerabilidad y resistencia.

«En Venecia existe un peligro silencioso», asegura Cajigal. El cambio climático y el aumento del nivel del mar pone en jaque la seguridad del conjunto de islas.

El fenómeno del «acqua alta» complica todavía más la supervivencia de la ciudad y de sus tesoros artísticos, sobre todo porque estas mareas son cada vez más frecuentes y violentas. Y sus efectos pueden resultar críticos.

El calentamiento del agua y las mareas «provocan la destrucción de la flora propia del fondo de la laguna que ocupa la ciudad», apunta Cajigal. Este proceso se acelera por la presencia de cruceros de gran tonelaje cuyas hélices «provocan vibraciones que impactan y destruyen el lecho de la laguna», bajo el cual se encuentran las columnas de madera que sustentan la ciudad.

Cruceros en l'Albufera

«La imagen de los cruceros atravesando Venecia hiela la sangre», subraya el experto en patrimonio. Estos palacios flotantes repletos de turistas «arrasan el fondo de la laguna». Cajigal utiliza un ejemplo que evidencia la gravedad de los hechos al reprochar que se utilice «Venecia como si fuese un puerto moderno y preparado como el de València», cuando «tiene más puntos en común con l'Albufera».

«Hay turistas que aseguran que las vistas desde la cubierta son espectaculares, pero es una auténtica barbaridad», insiste al tiempo que recuerda que el turismo masificado llegó a los canales con la irrupción de los grandes cruceros. «Para las agencias y las navieras, Venecia es la perla de todos los viajes», precisa Cajigal. Además, el experto añade un dato que puede resultar crucial para entender la laxitud gubernamental con la sobreexplotación turística, dos de las mayores navieras mundiales son italianas.

«Venecia es muy bonita, pero es mucho más que una ciudad bella», explica en Cajigal sobre las ordas de turistas que llegan a la ciudad a la búsqueda de una fotografía que compartir con sus seguidores en Instagram. «No es que sea malo, pero hay que tener cuidado», apunta al tiempo que apuesta por un «turismo responsable» en el que se limite el aforo en los canales.

«Los cruceros no deben entrar a la ciudad, no queda otra», insiste Cajigal en su reflexión sobre el turismo «instagrameable» que nos lleva a «consumir ciudades históricas como si fuesen parques temáticos» y no a realizar un turismo responsable que no ahogue, todavía más, a Venecia.

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