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Unión Soviética

La figura de Gorbachov divide al pueblo ruso, 30 años después de su dimisión

Durante los años que Gorbachov estuvo al frente de la URSS, el mandatario se enfrentó a momentos difíciles como la crisis de Chernóbil en 1986

El expresidente ruso Mikhail Gorbachov observa un busto suyo realizado por el artista francés Serge Mangin, en noviembre del 2009 en Berlín. AFP

Este martes se cumplieron 30 años de la dimisión de Mijail Gorbachov como secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética. Si uno pregunta por las calles de cualquier ciudad rusa qué opinión le merece el último líder de la URSS, la palabra que más se repite es la de "traidor". Hay incluso quien le acusa de haber vendido su país. Literalmente. Es decir, de haber "recibido dinero a cambio de provocar la caída de la Unión Soviética". También hay quien considera que Gorbachov recibió en el año 85 las riendas de una potencia en declive y realizó las reformas que consideró necesarias, pero ya era tarde para salvar a la Unión.

Durante los años que Gorbachov estuvo al frente de la URSS, el mandatario se enfrentó a momentos difíciles como la crisis de Chernóbil en 1986. También tomó decisiones históricas como la de sacar al Ejército Rojo de Afganistán, poniendo fin a la sangrienta guerra que había comenzado con su predecesor, Leonid Brezhnev, en 1979.

Sin embargo, Gorbachov es más recordado por su política de 'glasnost' (o apertura), que tenía como objeto hacer más transparentes las instituciones soviéticas y permitir a sus ciudadanos debatir públicamente los problemas del sistema. A la política de 'glasnost' la acompañó la 'perestroika' (reconstrucción), cuyo objetivo era reformar el sistema político y económico de la URSS. En particular, Gorbachov planeaba introducir elementos de la economía de mercado sin abandonar la planificación de la economía soviética para hacerla más eficiente.

Yeltsin, su crítico más feroz

Las reformas eventualmente provocaron la reacción negativa de los sectores más conservadores del aparato, así como de los más liberales que las consideraban insuficientes. El futuro presidente de la Federación Rusa, Boris Yeltsin era uno de estos últimos, y pronto se convertiría en su crítico más feroz. Pocos saben que Gorbachov se presentó a las elecciones presidenciales de 1996 esperando formar un bloque centrista frente a los comunistas de Zyuganov y a los liberales de Yeltsin. En un encuentro con el electorado, Gorbachov hizo un comentario que resume su relación con Yeltsin: "Sé que muchos de vosotros querríais vernos a Yeltsin y a mí colgados de un árbol. Solo os pido una cosa: si nos colgáis, que sea de árboles distintos".

El ansia de libertad de las Repúblicas Soviéticas, la caída del muro y las tensiones sociales y políticas dieron la puntilla a un imperio que estaba en declive muchos años. No es de extrañar, por tanto, que Mijail Gorbachov sea una figura que aún a día de hoy no deja indiferente a ningún ruso. En el país en el que las narrativas oficiales -en particular, aquellas que afectan a la propia historia- se cuidan hasta el mínimo detalle, Gorbachov es retratado hoy como el líder que provocó la caída de la Unión Soviética, un evento que el actual presidente, Vladímir Putin, describió como "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX".

En una encuesta realizada este año por el Centro de Investigación de la Opinión Pública Rusa (VTsIOM, en ruso), un 51% de los rusos considera que las políticas de Gorbachov trajeron más daño que beneficio al país. Un 32% señalan un balance equilibrado entre las consecuencias positivas y negativas de su paso por el Kremlin. 

Gorbachov celebró en marzo su nonagésimo cumpleaños y aún es un comentarista político habitual en los medios. A pesar de sus constantes problemas de salud, nunca ha dejado de ser una figura pública dedicada al interés general. Esta es una de las razones por las que, incluso si una mayoría de rusos aún desaprueba su gestión, el 51% de los encuestados también declaraba creer que Gorbachov siempre actuó en pos de los intereses de su país.

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