El día 10 de junio por la noche dejé a mi querida esposa en urgencias del hospital Arnau de Vilanova. Y después de un largo calvario de sufrimientos y pesadillas, el 27 de agosto, por fin volvió a casa. Con esta carta deseo agradecer a todo ese conjunto de personas que trabajan en ese hospital mi agradecimiento por su atención y desvelo pues aunque mi esposa, Josefa Mayor es fuerte, en ocasiones una mano cogida a tiempo de una enfermera o de un doctor le ha ayudado más que nada. A eso se le llama humanidad y ojalá no pierdan nunca esa virtud de ser muy humanos y comprensivos, pues en mi opinión debe acompañar siempre a esas personas que dedican su vida a la profesión más valorada por mí, pues en vez de pintor me hubiera gustado ser médico.

Ahora la siguen atendiendo, muy bien pero en casa y después de 77 días y 77 noches ausente de su casa, por fin sonríe. Francisco Mir Belenguer. Terramelar.