El disfraz de revolucionaria ha dado paso al de muchacha sencilla, perseguida por una injusta justicia que le «obliga» a eludir sus responsabilidades, como siempre ha exigido ella a los demás. Los suizos y el resto de europeos no españoles no se van a tragar la historia trágica y llena de penalidades que ya ha empezado a contar Anna Gabriel. Eso espero, al menos. Lo que está ocurriendo en Cataluña en ocasiones recuerda al circo, con sus números cómicos, el mago que hace aparecer y desaparecer personas y los animales salvajes, de los que no te puedes fiar nunca. José María Ferreira. València.