En una guerra sin precedentes en nuestra más reciente historia de España, nos ha sorprendido un enemigo sin cara y apenas visible. Ataca a traición y, metafóricamente, por la retaguardia. Pero somos conscientes, no todos desafortunadamente, de que unidos venceremos. Hay una parte de España, mínima pero que hace mucho ruido; que pretende estar siempre en contra del pueblo en general por cuestiones ideológicas, intentando obtener rédito político a cualquier precio. Incluso, como ya ocurriera cuando utilizaban las víctimas del terrorismo, usan ahora de la forma más miserable, canallesca y despreciable posible, las muertes del coronavirus. Una serie de políticos, periodistas, tertulianos y medios de comunicación que utilizan cualquier escenario, por execrable que sea, para cargar contra un ejecutivo que, está cometiendo errores pero también muchos aciertos, está gestionando esta crisis con rigor, coherencia, seriedad y firmeza en un escenario muy difícil en el que el mundo lucha por obtener a cualquier precio cuantos elementos le son necesarios para proteger a su población. En España, esa de la que a muchos se les llena la boca pero que han saqueado sin el más mínimo escrúpulo, decencia, honestidad y dignidad, al más puro estilo canallesco y mafioso mediante corruptos mercenarios, cuatreros y sicarios; en esa España se está dando el do de pecho.