Son días de extraña calma, horas y horas de espera, ninguna guerra capaz de crear tanto dolor como este insignificante ser.

Se nos van los más sabios pero por desgracia los más débiles en este escenario.

Por las calles solo el enemigo invisible danza ávido de seguir aumentando su leyenda, son calles vacías, pero llenas de incertidumbre.

En cada hogar una historia distinta muestra la realidad sin filtros, nuestro adversario es capaz de unir con fuerza o separar para siempre.

Heladas despedidas a las puertas de urgencias, el juego de la ruleta por desgracia ha comenzado, puede ser la última mirada, el último adiós...

La infantería blanca suma jornadas de sudor, dolor y desconsuelo sin guardar esfuerzo alguno, sus manos, son nuestras manos.

"Cariño, la abuela no va a volver", suena un silencio desgarrador, que por desgracia se repite cada día, sin tiempo alguno a reestablecer la normalidad, porque esa es la normalidad.

Atrincherados en ventanas, balcones y terrazas anhelando lo que sólo los presos conocen, y que una vez tuvieron.

No es momento de buscar dianas, ni cabezas de turco, no es momento de contiendas de colores, no es momento de flechas a la deriva, es momento de otra cosa, es momento de "volver", de perdonar, de olvidar, de ser prácticos y solidarios, recordáis cuando en el 97 todos fuimos Miguel Ángel Blanco por un día?, ó en el verano de 2010 cuando por unos instantes todos fuimos el empeine del pié derecho de Iniesta? Siempre nos pasa y es algo que no podemos controlar, hay algo que nos une cuando las preocupaciones pasan de la cabeza al corazón.

Nunca había sido tan necesario la suma de esfuerzos como hoy, cada sol, una esperanza nueva, si alargamos el brazo un poco más casi tocamos la casilla de salida de este mal sueño.

Por los que ya nos ven desde arriba, por los que cuidan de los que siguen luchando por vivir, por los que nos dan de comer y por los que mantienen el equilibrio necesario en estos momentos...sobran motivos para ser agradecido y seguir luchando.