1 año. 365 días. Ése es el tiempo que llevo esperando para recibir una ayuda social denominada Renta Valenciana de Inclusión.

En mi enésima llamada al teléfono de atención y tras dar mi nombre, mi DNI, mi nº de SIP y las últimas cuatro cifras de mi cuenta corriente, una telefonista me informa que "no salgo en el listado de perceptores. Su solicitud está aprobada pero falta la orden de pago". Un monólogo que siempre acaba invariablemente con un desalentador "no sé nada más". Y así un mes tras otro y tras otro: hasta 12 (de momento).

La Renta Valencia de Inclusión, para quien lo desconozca, está descoordinada e ineficazmente gestionada por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas a la par que por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Valencia. Es una ayuda a personas que no tienen suficientes recursos de subsistencia y así puedan pagar sus impuestos. A la cabeza de ambas instituciones y, respectivamente, están la sra. Oltra y el sr. Ribó.

365 días para pensar si votar o no a estos "representantes" de los ciudadanos. Y ahora la consellera Oltra, de Compromís, "quiere" cogestionar el Ingreso Mínimo Vital. Será una broma, ¿no?