Doy clase en el IES Moixent y le escribo porque estoy preocupado por un problema que tendremos en cuanto haya un cambio en la situación meteorológica. Según la mayoría de los científicos, es indiscutible que la transmisión de la covid-19 por medio de aerosoles se da también en ambientes altamente cargados, como es el caso de una aula con 20 o más alumnos, cerrados en ella durante más de tres horas. La solución que nos ha dado la Administración de dejar abiertas las ventanas puede funcionar ahora, pero la cosa empeorará cuando lleguen los días de frío, viento y lluvia. ¿Recuerdan ustedes la frase «Fabra tenim fred»? Se hizo tristemente famosa hace unos años, pero ahora puede quedarse corta cuando lleguen los días de mal tiempo. No me quiero ni imaginar lo que pasará en otras partes de España en las que haga frío de verdad. Además, si las temperaturas son muy bajas estaríamos incumpliendo la normativa regulada en el Real Decreto 486/1997 (BOE 23-4-97), que establece que la temperatura dentro de un espacio como una aula tiene que estar en un rango entre 17 y 27 °C.La política es la ciencia y arte de gobernar, que trata de la organización y de la administración de una sociedad en sus asuntos colectivos. La gestión de la crisis de la covid-19 es el asunto colectivo más importante que tienen los políticos ahora. La solución al problema es la instalación de sistemas de ventilación mecánica controlada en las aulas.La respuesta inmediata es que esto es imposible, no hay presupuesto, pero los buenos políticos son aquellos que han sido capaces de aportar con imaginación y audacia las soluciones a los problemas que parecían de imposible solución. Pensemos en que lo que nos ahorremos en sistema de ventilación nos lo gastaremos en combustible y, lo que es peor, en posibles enfermedades del alumnado y de los docentes a causa del frío. Si no hay dinero o tiempo para hacer una inversión de esa envergadura, tenemos que pensar en una alternativa a corto plazo que no sea solo dejar las ventanas abiertas. Una posible solución seria instalar medidores de la concentración de dióxido de carbono para detectar cuando el ambiente está altamente cargado. La idea es que cuando el aparato indique altas concentraciones de CO2₂ se interrumpa la clase y se haga una buena ventilación de la misma hasta que el aparato marque concentraciones por debajo del límite establecido. Además, el coste de la instalación no sería muy alto, menos de 30 euros por aparato.El caso es que el tiempo pasa, y una cosa es cierta, el frío y el mal tiempo llegarán.