¿Cómo es posible que, con la grave amenaza del cambio climático a estas alturas, promueva la Generalitat proyectos tan altamente perjudiciales para el medio ambiente como la ampliación del puerto, la especulación urbanística en València, el ensanchamiento de la salida a Barcelona por Alboraia o el azarbe de Rocafort? En 2016 el pleno de Rocafort votó, por unanimidad, en contra de un plan que había indignado a muchos vecinos que trabajan, pasean o disfrutan de la huerta como patrimonio agro-arquitectónico, espacio de ocio y lugar de naturaleza saludable. El argumento de los que defienden esta obra es que supuestamente protegerá a Godella y Rocafort de inundaciones, cuando el azarbe de la pedanía contigua de Massarrojos no ha frenado ninguna.

El problema es la salida del agua en origen. El Ayuntamiento de Godella ha dado luz verde a la edificación de la zona conocida como Torre del Pirata, en una parte más alta del municipio, desoyendo a un gran número de vecinos que han conseguido, temporalmente, frenar las obras. Esta zona, y otras del entorno, dejan de absorber las lluvias torrenciales en cuanto son asfaltadas y el agua llega hasta la huerta, que está en la parte baja de estos pueblos, inundando garajes y bajos.

La información publicada por Levante-EMV el 7 de abril afirma que «el problema surgió cuando grupos ecologistas iniciaron una campaña». ¡Viva el rigor informativo! En lugar de atacar al mensajero, comprométase Levante-EMV con la protección del medio ambiente y dé voz a los detractores del azarbe con un debate público y democrático.