Educación ya ha anunciado qué aulas de infantil y de primaria se suprimirán el próximo curso si no se alcanza un mínimo número de alumnos inscritos. Por eso algunos claustros y asociaciones familiares han iniciado en las redes sociales una campaña de promoción, pues cada vez son menos los niños en edad escolar. En algunos colegios públicos ya no hay actividad que no se fotografíe y se publicite. Pero ese afán se topa con la cruda realidad: hay más oferta que demanda y la motivación de su profesorado, aún siendo mucha, es menor que la que se da en los claustros de los centros privados concertados. Y es que los maestros funcionarios de la pública sólo se juegan un destino cerca de su casa y los maestros de la privada se juegan su puesto de trabajo y el sustento de su familia. Quizá por eso los maestros de la privada han dado un paso más y predican con el ejemplo: matriculan a sus hijos en los centros donde imparten clase. En cambio, se da el caso en algunos colegios públicos en que ni uno solo de los hijos de sus docentes estudia allí. ¿Cómo van a convencer a otras familias del barrio para que matriculen ahí a sus hijos y no en aquel colegio concertado cercano?