Se nos llama ‘generación de cristal’, término acuñado por la filósofa Monserrat Nebrera, a los nacidos entre finales de la década de 1990 y principios de la década de los 2000. ¿La razón?: nuestra hipersensibilidad, o eso es lo que dicen los adultos. Quizás no nos quejamos de todo, sino que las generaciones pasadas han normalizado situaciones que nosotros no vamos a tolerar. Algo bueno habrá tenido ser la primera generación nativa digital. Hemos podido informarnos e ir más allá de lo que se ha dicho siempre. A lo mejor, no es que nos ofenda todo, sino que no vamos a permitir expresiones machistas u homófobas y lo vamos a hacer ver porque si queremos cambiar la sociedad en la que vivimos, tendremos que actuar.

Si defender nuestros ideales, luchar por los derechos de las minorías y no quedarnos quietos frente a las injusticias es lo que se ha denominado como ‘generación de cristal’, tengo que decir que estoy muy orgullosa de formar parte de ella. Aún así, quizás es un término erróneo porque no somos nosotros los que nos escandalizamos al ver a un chico rompiendo los estereotipos de género o a dos chicas besándose en la calle.