Recientemente me ha tocado vivir una situación en la que he sido objeto, por parte de un tercero de creencias y prácticas religiosas de golpes en el pecho, de una especie de menosprecio por pensar de forma diferente al mismo.

Esta persona, considerándose mejor que yo como ser humano, ha tenido a bien despreciar mi forma de pensar (pensamiento libre y crítico al tiempo que riguroso y honesto por más que haya a quienes no les guste y a quienes yo respeto en el suyo aunque no esté de acuerdo con el mismo) pero no de actuar para con los demás pues sabe que en eso no tiene posibilidad ni capacidad de hacerlo al conocer mi día a día pues de lo contrario mentiría descaradamente en cuyo sentido dudo que se atreva a hacerlo.

Y lo más triste de estos individuos es que, al considerarse mejor que otros, tienen un problema de egocentrismo que, como suele decirse, "los árboles no les dejan ver el bosque", y al considerarse que están sobre los demás pueden sufrir momentos de narcisismo muy delicados y peligrosos en el tiempo al vender continuamente sus "bondades" y "capacidades" creyéndose los "non plus ultra" en sus haceres los cuales tal vez nada tengan que ver con el compromiso real y práctico de ayuda personal a quienes lo necesiten y sí más bien en despreciar a otros seres humanos por sus culturas y formas de expresión. 

Si bien, los que me conocen saben que estas cosas no me causan problema alguno y sí más bien risa ante tan escaso y por qué no nulo rigor de quienes creen estar en posesión de la única verdad, de la verdad absoluta, y todo lo solucionan estando cerca del clero y dándose golpes de pecho en el sentido de, como decía mi suegro (q.e.p.d.) "santo santo, a qui fotre" así como al más puro estilo en ello de individuos carentes de vergüenza alguna como el ejemplo de Juan Cotino (q.e.p.d. eso sí) que tanto daño y estragos causo con sus prácticas corruptas, de robo y saqueo de las arcas públicas a lo largo de su andadura política; siempre presunto, claro, salvo condena judicial pues de la social no hay duda alguna ¡Sus prácticas a raíz del accidente del metro o de la visita del Papa a Valencia fue una muestra palpable de su trayectoria y de sus hechos! 

Por estas manifestaciones mías, cuando murió el citado, ya fui "crucificado".