Levante-EMV

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Líder sin complejos

En el delicado juego de las expectativas, el Levante no tiene complejos. Su fútbol, además de vencer y convencer, arrolla y somete a los rivales a un ritmo de partido cuyo tempo no es propio de la categoría. Con cada pitido inicial en el Ciutat las pulsaciones se aceleran, hasta el punto de que cualquier espectador neutral podría afirmar que los de Orriols, recién comenzado el campeonato, tienen en cada encuentro una final por el ascenso. Una superioridad insultante que no se recordaba desde la época del gran Manolo Preciado.

Con un arranque de ensueño, el levantinismo no disimula su euforia; se sabe líder, y lo exhibe sin ambages.

Acostumbrados durante los últimos tiempos al juego narcoléptico-conservador de Caparrós y Alcaraz, y al dominio de balón insípido cocinado a baja temperatura por Rubi, los registros futbolísticos de Muñiz resultan difíciles de definir, puesto que en función del momento del partido, los granotas son capaces de exhibir caras totalmente opuestas. Un fútbol camaleónico que permite en un mismo partido percibir las influencias de Guardiola y el Cholo. Una antítesis paradójica, frenética y bella, factible gracias a la convergencia mágica de Campaña, Insa y Espinosa.

Los centrocampistas del Levante son quienes controlan la cadencia del partido a la perfección, alternando tramos de juego posicional y control de la pelota, con la profundidad arrolladora de Morales. La sincronización del metrónomo granota es milimétrica, hasta tal punto que un buen pelotero como Jefferson Lerma tendrá muy difícil su entrada entre los titulares. El cuerpo técnico parece haber fijado como prioridad en la medular la capacidad de interpretación del juego, un aspecto que el colombiano deberá de mejorar si no quiere verse relegado a un rol secundario.

El único debate candente tiene su foco en la punta de ataque. Pocos jugadores en Segunda tienen la capacidad de descifrar los espacios -por delante y detrás de la zaga- que tiene Roger. Si a ello le sumamos su más que contrastada capacidad goleadora en la categoría, la posición que ocupa a día de hoy Martins es ciertamente compleja. No cabe duda que el ariete valenciano es imprescindible para conseguir el objetivo, pero no puede ser indiscutible.

Muñiz deberá buscar el equilibrio entre dar los galones y la confianza que demanda su predilecto, sin condenar a Rafael a una sequía de minutos que lo aparte de la dinámica del grupo.

En una competición maratoniana como la Segunda División, no puede haber sacrificados en la plantilla. La imagen exhibida en Cádiz por algunos jugadores como Toño, Verza, o Iván López, indica que el fondo de armario azulgrana es más corto que lo que se presumía sobre el papel, por lo que el cuerpo técnico deberá redoblar esfuerzos para que el número de hombres disponibles y comprometidos con la causa sea el máximo posible.

@gabisalinas

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