Los fiascos urbanísticos de hace unos años siguen pasando factura a los pueblos de la Marina Alta. Ahora es el Ayuntamiento de Xàbia el que tendrá que apoquinar para que, tras 30 años, se acaben las obras de urbanización de una franja litoral, la de la cala de la Barraca, repleta de chalés de lujo.

La junta de gobierno aprobó ayer los pliegos del expediente de contratación de los proyectos que deben redactarse para acabar la urbanización de Mar Azul, que la promotora VAPF dejó sin acabar en los años 90. Redactar los proyectos ya le costará al ayuntamiento un pico. La licitación saldrá por 42.350 euros. Es por procedimiento negociado. Se invitará a ocho empresas de arquitectura e ingeniería. La que más apure su propuesta se llevará el contrato.

El consistorio, ahora gobernado por el PSPV, no asume estas obras de motu propio. Una sentencia judicial le obliga a acabarlas. El fallo incide en que el ayuntamiento es responsable subsidiario. Así, si la promotora da la espantada, le toca al consistorio hacer las calles y dotar a las viviendas de servicios.

En este caso, las obras superarán los dos millones de euros. Hay que hacer bordillos, pavimentar aceras y la calzada (este diario hace meses ya publicaba que estas calles están hechas trizas), abrir zanjas para hacer el alcantarillado e instalar 173 puntos de alumbrado público. La promotora dejó un aval de 1,6 millones, que ahora el ayuntamiento ejecutará. Pero hará corto.

Esta zona litoral es una de las más selectas de Xàbia. En verano, bajan por la calle principal cientos de vehículos de bañistas que acuden a la playa de la Barraca (o del Portitxol). También transitan ahora camiones, dado que se están construyendo nuevos chalés de lujo.

Esa efervescencia urbanística y el hecho de que esta costa destaque por sus valores naturales y paisajísticos contrastan con la precariedad de las infraestructuras. Los chalés carecen de alcantarillado y los viales están salpicados de socavones.