¿Temeridad o arrojo? Sandra, la alcaldesa pedánea de Beniaia (un pequeño pueblo de la Vall d'Alcalà), su marido y su hijo, ambos Vicente, y José, un vecino de 78 años, se negaron a marcharse. El fuego rodeaba el pueblo. Había acudido la Guardia Civil a desalojarlo. Pero ellos se rebelaron y decidieron que se quedaban. "Teníamos que salvar las casas", afirma José mientras recorre el pueblo y muestra que el incendio llegó hasta los muros de algunas viviendas. "Hemos padecido mucho. Nos abandonaron. Nadie vino a ayudarnos. El alcalde de la Vall d'Alcalà (Pablo Martínez) nos enviaba en la Guardia Civil para que nos fuéramos del pueblo, pero no queríamos irnos. Lo que queríamos es que nos mandara a los bomberos".

Sandra, la alcadesa pedánea de Beniaia, y José, el vecino de 78 años A. P. F.

José relata que con ramas hizo frente al fuego y junto a los dos Vicente "salvamos el pueblo". "Hoy estaría todo quemado". Estos vecinos también abrieron con un tractor un precario cortafuego alrededor de las casas. "Padecimos mucho. Me metí entre unas carrascas, que son árboles que aguantan mejor las llamas, y luché contra el fuego. Me gritaban que saliera de allí, que me iba a ahogar con el humo. Logramos que el incendio siguiera por el barranco y no entrara en el pueblo. Pero solo nosotros sabemos lo mal que lo pasamos".

Mientras, Sandra insiste en que la única ayuda que recibieron fue la de un helicóptero de extinción que hizo tres descargas y la de una dotación de bomberos que en seguida se fue a atender otros frentes del incendio. Afirma que los vecinos de este pequeño pueblo están muy enfadados con el alcalde. "Nos abandonaron y no nos podíamos ir porque si no hoy las casas y todo serían ceniza". La alcaldesa asegura que ella y los otros tres vecinos no fueron unos irresponsables. "Alguien tenía que defender el pueblo", sostiene.