Mi andadura en el PSPV comenzó con unas primarias totalmente democráticas, con dos listas diferentes, entre las que ganó la mía como podía haber sido al contrario. Al secretario general del partido en Canet, Pere Antoni, nunca se le echó, dimitió voluntariamente y lo hizo por haber perdido algo que creía ganado. El orgullo le llevó a la derrota. En política hay que saber ganar y perder.

Particularmente propuse unirnos para ganar las elecciones municipales. La respuesta del grupo del señor Antoni fue que los llamados socialistas de verdad no votarían al PSPV. Hicieron campaña y votaron a Compromís. Otros, como el señor Rambla, al ver cómo algún familiar no iba de dos en la lista, compusieron una agrupación de la noche a la mañana. Con este proceder, perdimos dos concejales y me quedé solo.

Tras el fracaso de las elecciones, el día anterior al pleno de investidura se convoca una reunión en casa del señor Rambla, los llamados partidos de izquierdas con el señor Carlos Sáez a la cabeza, sin contar conmigo, me llaman a las 11 de la noche para que vaya a la reunión. Se dan cuenta a esas horas que falta el PSPV, a lo que el señor Pons contesta que tranquilos, con el acuerdo provincial, estos no tendrán más remedio que votarme. Se veía alcalde. Vendía la leche antes de comprar la vaca.

En la asamblea de la gestora por mayoría se acordó con anterioridad, aunque no se concretó la manera, que Compromís ni pensarlo, el señor Julián Gimenez, buen socialista, lo desmintió, diciendo que había sido cosa mía. No era verdad. El día del pleno de investidura, desde València me preguntan mi voto, les digo que iba a abstenerme. La indicación provincial fue vota Compromís, cosa que no hice. No me escondo de nada y el tiempo me ha dado la razón, creo que se hizo lo más correcto para Canet.

La dirección del partido desde València, como era natural, me llama al orden: «Tienes que reconducir la situación». Dije que no, explicando mi votación en un comunicado. Haced lo que tengáis que hacer. A partir de ahí, nos reunimos en la gestora para tomar las decisiones más acertadas, pero siempre consensuadas.

Que todo el mundo sepa que mis votaciones en el ayuntamiento venían respaldadas por la gestora, aunque a algunos no les gustaran, tampoco nos gustan a nosotros ciertas decisiones de otros, las respetamos y permitimos, como cuando me dijeron que si cogía alguna concejalía, iba fuera del partido.

Una llamada inesperada del señor Chover, me dice que no le gusta cómo funciona la gestora. Algunas de nuestras decisiones a nivel local no son del agrado ni de la comarca ni de la provincia, aunque todavía espero al secretario general comarcal señor Jorge Vidal para saludarme. En vez de ayudarme, me llama al despacho donde trabajaba para decirme que me iba a expedientar y expulsarme del partido, esa fue su colaboración. La amenaza del señor Chover en esa llamada es o dimites o te echo (de la gestora se entiende). Mi contestación fue «no voy a dimitir, haz lo que tengas que hacer». Todo esto sin que nadie me diga lo que he hecho mal. Al poco tiempo me llaman para confeccionar una ejecutiva, que acepto por el bien del partido, pero como se ha visto con la dimisión de cinco de sus miembros no tenía porvenir, estas no son formas del señor Chover.

Todo salta por los aires en la última asamblea para las listas para delegados. Contra el secretario general actual Enrique Moya se han dicho cosas que no son verdad. Lista de consenso nada. Viendo que perdían las votaciones, entonces consenso, y antes voy llamando a los militantes para que me voten, hipocresía pura y dura. Un error en la votación de una propuesta aprobada por mayoría absoluta en pleno desencadenó mi linchamiento por WhatsApp, llamándome de todo. Pero todo cambia cuando llega el pago del agua al Ayuntamiento de Sagunto. La ejecutiva, por error, como se admitió, vota no. Luego con una llamada, la orden del señor Chover cambia el voto de una ejecutiva, la propuesta se convierte en sí. Cuando hay intereses personales, egos de poder, envidias e hipocresía, es muy difícil unir un partido.

Solo me queda decir, que muchas de las decisiones de la Gestora y la ejecutiva han demostrado que no eran tan erróneas. La basura, la recaudación, el balcón frente al mar, presupuestos, etc. Creo que han dado su fruto. Por parte de partidos políticos que tanto critican, que ven la paja en el ojo ajeno y no ven la suya, que se hagan un estudio, si alguno de ellos hubiera contado con el partido socialista desde un principio, es posible que la composición del equipo de gobierno de Canet fuera otra, o me equivoco señor Pons (se equivocó usted de compañeros de viaje).