Hasta hace relativamente poco no eran uno de los postres más habituales de la gastronomía española. No son un flan, ni tampoco unas natillas, porque no llevan huevo. Los puddings provienen de la cocina británica (y de la estadounidense), donde no tienen por qué ser necesariamente dulces, sino que pueden formar parte de los platos principales. Aquí los hemos adoptado generalmente como postre, y resulta que son deliciosos y muy sencillos de preparar.

Esta receta es de un pudding (también llamado en español pudin, pudín o budín) de chocolate, y, por tanto, este va a ser el ingrediente estrella. Conviene escoger un chocolate de calidad tan alta como podamos, porque va a ser lo que marque la diferencia entre un postre simplemente rico y esa receta que te pide toda la familia. Como lo que queremos que resalte es el sabor del cacao, el plato no va a ser muy empalagoso, sino que tendrá un claro punto dulce pero que quede bajo control.

Ingredientes

  • 50 gramos de chocolate negro (a ser posible, suizo)
  • 500 mililitros de leche
  • Un pellizco de sal
  • 5 gramos de azúcar vainillado
  • Una pizca de canela en polvo
  • 35 gramos de azúcar
  • 12 gramos de cacao en polvo puro sin azúcar
  • 30 gramos de maizena
  • Unas virutas de chocolate blanco

Preparación

  • Trocea el chocolate en pedazos pequeños
  • Pon 150 mililitros de leche en un recipiente y métela al congelador
  • Echa el resto de la leche en un cazo, añádele el azúcar vainillado, la sal y, finalmente, el chocolate
  • Remueve hasta que el chocolate se derrita por completo y apaga el fuego
  • Saca la leche del congelador (no debe congelarse, pero sí estar muy fría)
  • Incorpora a la leche fría la maizena, el azúcar, el cacao y la canela
  • Remueve con una varilla hasta que todo esté perfectamente integrado y sin grumos
  • Vierte sobre el cazo de chocolate derretido y vuelve a calentarlo a fuego medio
  • Remueve constantemente hasta que se espese, evitando que el chocolate de la parte inferior se queme
  • Tapa con un paño o un plástico y deja que enfríe un poco
  • Cuando ya no queme, remueve un poco más con la varilla y vierte en recipientes (según el tamaño, saldrán entre 4 y 6 raciones)
  • Si quieres, tapa los recipientes con papel film para que la textura de la parte superior se conserve más suave
  • Lleva a la nevera y deja enfriar por completo
  • Justo antes de servir, saca de la nevera y decora con las virutas de chocolate blanco