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El agua confluye en Montanejos

Las propiedades de sus aguas le han convertido en uno de los enclaves turísticos de interior más antiguos

La fuente de los Baños en Montanejos A.S.

Montanejos es uno de los enclaves turísticos de interior más antiguos de la C. Valenciana gracias a las propiedades de sus aguas para las patologías de riñón y del aparato digestivo. Por eso, ante la incesante llegada de visitantes, nació el Balneario que le catapultó a ser uno de los destinos preferidos del interior. Hoy, aunque no tanto por uno uso terapéutico como recreativo, Montanejos sigue atrayendo a tanta gente o más como entonces: no le hace falta justificación, porque el entorno natural, el patrimonio y la oferta gastronómica es abundante. Todo gira en torno al río Mijares y sus confluencias, primero con el Maimona y después con Montán. A partir de ahí, hacia el norte, el paseo que discurre por el Mijares es un remanso de paz, al menos, en los meses previos al verano.

El agua confluye en Montanejos

Para entonces, y con más motivo todavía por la pandemia, el ayuntamiento ha tenido que regular las entradas de los visitantes a las distintas piscinas naturales que se forman río arriba, hacia el embalse de Arenoso y pasando por la Fuente de los Baños, la más conocida y declaradade utlidad pública en 1863. Hoy, las casitas para sacar los tickets aún están cerradas y se puede visitar todo el sendero que bordea las piscinas -con grandes peces en su interior- hasta la zona de los cortados, donde la vista no alcanza a ver qué pasa detrás de la roca y hace más misterioso todavía el baño.

El azul de las aguas, el verde de los árboles y el marrón de la roca forman un triunvirato insuperable para los sentidos. Hay una conexión con la naturaleza inevitable, solo interrumpida por los paseantes que discurren por el camino junto al río.

El ayuntamiento ha tenido que regular las entradas de los visitantes a las distintas piscinas naturales que se forman río arriba

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Sin embargo, además de la naturaleza, vale la pena perderse por el casco antiguo, arriba de una colina y lleno de cuestas que ponen a prueba la resistencia del visitante. Las casas encaladas conforman la arquitectura tradicional, heredera de los árabes, y todavía se pueden ver palacios señoriales y una antigua torre defensiva que conectaba con el castillo de La Alquería, hoy algo descuidado pero con una visión privilegiada de la zona. La Iglesia San Jaime y el acueducto de San José completan el circuito cultural que solo puede terminar en una de las múltiples terrazas de bares y restaurantes que se esconden en las callejuelas del casco urbano y que hacen las delicias gastronómicas de los turistas.

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