Es una parada obligatoria. El salto de agua que emana de la montaña del embalse de Loriguilla roba la mirada a cualquiera desde la CV-35. Si se decide acercarse un poco más, unos metros después de divisar el salto de agua una salida a la izquierda, sobre el kilómetro 61, que permite inmiscuirse en este valle que, por temporadas -como ahora-, está inundado por la confluencia de aguas del pantano y el Túria. Aquí se pueden seguir dos rutas, bien a pie o en coche: por un lado, la que discurre por la zona baja del río, junto a una gran pradera verde que sirve de zona recreativa donde pasar el día y permite subir a pie hasta el castillo de Domeño. Allí, un camino por momentos asfaltado recorre el valle hasta el antiguo pueblo de Loriguilla, también deshabitado con la construcción del pantano. En esta área de esparcimiento, con árboles y una zona de descanso que en primavera luce verde y en verano amarillea, sirve como refugio de las altas temperaturas en estas fechas por su proximidad al agua.
Si de lo que se quiere disfrutar es de las vistas, en el desvío se ha de escoger el camino que trepa la montaña. En él, a través de una pista forestal, se llega hasta el antiguo pueblo de Domeño. En realidad solo queda en pie el castillo, sobre un promontorio que se puede visitar y que ofrece unas vistas privilegiadas del valle, y el cementerio, donde los nichos, ya exhumados, albergan velas y cirios de familiares que en algún momento tuvieron allí a sus seres queridos.
La carretera continúa hacia la antigua Central Hidroeléctrica de Domeño y cada vez el salto de agua está más cerca: una barrera impide continuar con el coche y es obligatorio ir a pie. Desde aquí nace una ruta poco conocida pero con grandes vistas por el cañón del Túria que lleva al área recreativa de Las Riberas y a la de Puente Alta, donde hay merenderos para poder pasar el día rodeados de naturaleza.