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El marjal de Pego-Oliva, donde la vida manda

Una ruta bien señalizada, cómoda y fácil de recorrer permite disfrutar de una fauna y flora únicas

Acequia junto a la Parà de Sant Pere, en el marjal.

El marjal de Pego-Oliva es un espacio natural protegido situado entre los términos municipales de ambas localidades, en las provincias de Alicante y de València. Con 1.255 hectáreas, este paraje fue declarado Parque Natural por el gobierno valenciano el 27 de diciembre de 1994 y está formado por espacios palustres y arrozales donde podemos realizar una preciosa ruta totalmente llana entre los carrizales con numerosas balsas de agua limpia y antiguas acequias que las atraviesan. 

Cicloturistas en un espacio del parque natural. Agustí Perales Iborra

El acceso al parque natural se realiza desde la N-332. La CV-670, que da acceso a las playas de Dénia y Oliva, atraviesa de lleno este paraje natural. Llegamos con el coche hasta la zona recreativa que da acceso a la Muntanyeta Verda, un pequeño promontorio de unos 50 metros de altura, situada en el extremo noroeste del Parque Natural. Allí se encuentra el centro de interpretación de la Marjal, donde hay unas hermosas panorámicas de toda ella, en los meses de verano rodeada completamente del verde de los arrozales. Dado que solo abre de lunes a viernes, no pudimos acceder a la Muntanyeta, un buen lugar para contemplar la gran variedad de aves que allí habitan.

Una preciosa ruta circular

Empezamos la ruta en el nacimiento del rio Salinar que echa sus aguas al Riu del Vedat que desemboca en la costa de Oliva. En la misma área recreativa, existe un panel explicativo de las diferentes rutas que podemos realizar. De hecho, hay una ruta circular de 2,8 Km. que podemos alargar un poco para llegar a l’Ullal del Burro o Font Salada.

Camí de la Font Salada. Agustí Perales Iborra

Aquí ya podremos disfrutar del aleteo de los caballitos del diablo y las libélulas, así como de las mariposas, que están por todas partes. Además, el río también se encuentra lleno de reptiles como lagartijas y culebras viperinas (inofensivas), y anfibios como ranas y sapos.

Escucharéis ruidos por todos lados y es que este lugar está lleno de vida. De hecho, para nuestra sorpresa nos sobrevoló a primera hora el águila pescadora que habita allí todo el año. 

La Parada de Sant Pere. Agusti Perales Iborra

Existen observatorios de madera para divisar las aves que podemos ver quedándonos quietos y sin hacer ruidos, como el aguilucho lagunero, martín pescador, petirrojo, garzas, garcetas y pechiazules.

Podremos disfrutar del aleteo de los caballitos del diablo y las libélulas, así como de las mariposas, que están por todas partes.

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Pasaremos por la Parada de Sant Pere, un estrecho puente con unas compuertas utilizadas para el cultivo del arroz, las cuales permiten regular el caudal de agua del Río Bullent a la manera de siempre. Caminamos entre carrizos por las pasarelas de madera para no destruir la flora, compuesta por carrizo y juncos, la enea, el lirio amarillo, las lentejas de agua, una vegetación que, en gran parte, esta sumergida en los fondos de los canales y lagunas del Parque Natural. Una ruta sencilla y asequible para todos los miembros de la familia.

La ruta está bien señalizada, no nos podemos perder y es un lugar no muy concurrido del que disfrutar sobre todo los más «peques» de la casa ya que no tiene desnivel y pueden hacerse realizarse a pie o en bicicleta. Como sabéis, todo este lugar es una zona inundable. Esto quiere decir que tras periodos intensos de lluvias, puede estar todo anegado de agua y los caminos, intransitables. 

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