«La tele es muchas veces la única compañía; y lo único que tapa a veces pesados silencios en compañía», asegura el periodista valenciano y copresentador del programa de Ana Rosa, Màxim Huerta. Reivindica con este juego de palabras la importancia de este medio, con frecuencia sometido a juicios simplificadores, reduccionistas.

Procedente del mundo más estricto de los Informativos, cree que «es un prejuicio pensar que los que están en magazines no son serios por el simple hecho de que no tienen que aparecer rígidos o encorsetados. Es tal el prejuicio que si yo saco este libro cuando hacía Informativos seguro que mucha gente pensaría que iba a ser algo serio pero si lo saco cuando estoy en magazine pueden prejuzgar que es algo frívolo. Por fortuna los miles de ejemplares vendidos están demostrando su gran aceptación».

Huerta se refiere a su segundo libro, El susurro de la caracola. Tras explicar el porqué de esta novela, destacó el papel protagonista de lo femenino en la misma vinculándolo a su concepción de la mujer. «Creo que la mujer es el eje principal de la vida, que el sentimiento femenino es más completo que el masculino. Tiene más capacidad para compartir sentimientos, menos miedo a expresarlos. Yo me he criado entre mujeres, en las faldas de mi madre y en las rodillas de mi abuela, que es de pueblo de los de matanza, como yo».

Con gran sentido del humor y naturalidad, el periodista afirma que «yo dejé los informativos por la locura invivible del horario. Me habían pasado en Tele 5 para los matinales y son en este sentido un espanto. Entras a medianoche y cuando entrabas en plató, a primera hora de la mañana, estás saturado de cocacolas para mantener el tipo ante las cámaras. Volvía a casa de día, metía una Dormidina para dormir, me despertaba de tarde, tomaba un Optalidón para despejarme... Cuando me apareció Ana Rosa como novia no lo dudé y estoy muy contento. En la primera etapa tuve que curar mi rigidez informativa para aprender a ser yo mismo ante las cámaras».

A Huerta no le gusta la expresión telebasura. «Me parece injusta, si acaso lo llamaríamos telebarullo. Hay más basura en Internet e incluso en Informativos manipulados que en programas que ya se sabe que están dando espectáculo. No es que crea en la objetividad informativa porque hay muchos modos de priorizar unas cosas sobre otras pero creo en la honestidad informativa».

Dice que «no hay que simplificar, hay que saber deslindar, diferenciar. Gran Hermano, por ejemplo, es desde el punto de vista de la realización, técnico, de lo mejor que se hace en España. Puede gustar o no su contenido pero eso no puede obviarse. Y qué manía la de relacionar telebasura con un magazine. ¿Porqué no se lo preguntan a los periodistas de revistas semanales o de periódicos, incluso magazines de radio? Todos somos responsables. Y todos somos divertidos».