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Cosa de Dios

Una emisora católica de radio no tiene la obligación de transmitir el rosario, la misa de 12 o el rezo del Ángelus, sobre todo si tiene un Estado al que puede exigirle que lo haga en sus emisoras públicas. Pero también puede hacerlo, sin que eso suponga merma para unos programas comerciales en los que ponga a hervir la sangre de los ciudadanos y a enfrentarlos, si eso supone hacer compatible el negocio publicitario con la defensa de unos intereses en los que también hay a veces, al fin y al cabo, legítimos y menos legítimos negocios. Luego hay pequeñas emisoras diocesanas más piadosas, generalmente llenas de voluntarios, donde lo mismo se atiende a las beatas o beatos que a algunas acciones sociales de la Iglesia, más meritorias a los ojos mundanos o, según se vea, a los propios ojos de Dios. Pero así como hay una Iglesia con los ojos bien plantados en la tierra y el corazón en las arcas, hay otra Iglesia por esos mundos en la que hombres y mujeres enteramente dedicados a los que lo necesitan dan testimonio de su Evangelio. A esa Iglesia pertenecía un jesuita andaluz, Francisco Villén Lucena, que en medio de la radio del franquismo, allá por 1965, usó el instrumento radiofónico para alfabetizar y educar en Canarias por el método ECCA. Radio ECCA no renunció a sus espacios estrictamente católicos, pero le dio más importancia a que su cristianismo se viera en su obra educadora y en su servicio de concordia a la sociedad a la que sirve. Su buen trabajo durante estos 40 años de vida le ha permitido extenderse a otras comunidades españolas en la Península y en Baleares y, de un modo muy significativo, a África y América. Si Dios tiene que ver en estas cosas no parece que Zapatero le preocupe más que Radio ECCA.

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