Hace falta un relato. A la izquierda española le hace falta un relato, una narración, una justificación teórica. Es lo que repiten los politólogos. La derecha y la economía neoliberal ya tienen su relato. ¿Cuál es esa explicación dominante que se ha implantado como un chip en el cerebro del ciudadano NYC con RH negativo que constituye la inmensa mayoría de los mortales de este país?. El ciudadano Normal Y Corriente Racionalmente Humillado (NYCRH) conoce bien el guión y su dramatis personae.

Los buenos (abejitas libadoras): Los ciudadanos (como fuente laboral y de impuestos), los emprendedores (porque fabrican la riqueza de las naciones,) los economistas proclives y los tertulianos obedientes (porque expanden la buena nueva).

Los mejores (el néctar): Los tecnócratas neoliberales.

Los agradables (los colores): Los famosos, deportistas, millonarios, aristócratas de moda siempre que sean llamativos y aprovechables para las páginas de sociedad.

Los malos (zánganos y venenos): Los políticos (sobre todo los socialistas, ignorantes y endogámicos). Los partidos políticos: habría que eliminarlos, son fuente de corrupción y de gastos para la sociedad. Si se acabara con ellos quedarían los tecnócratas y los invisibles que crearían riqueza sin obstáculos.

Los funcionarios: Tienen trabajo seguro y se aprovechan, son un lastre para la sociedad.

Los trabajadores asalariados: Sólo piensan en ser funcionarios, desangran al Estado con subvenciones y servicios sociales. Son muchos y no se dan cuenta de la carga que suponen para la sociedad; hay que convencerles de su vil condición.

Los servicios públicos universales y gratuitos, como la sanidad y la educación. Son anacronismos propios del fervor del siglo XX, incompatibles con la efectividad de los modernos mecanismos financieros.

Los sindicatos: Reúnen lo peor de los partidos políticos, los funcionarios, los trabajadores asalariados y los servicios universales y gratuitos. Son una excrecencia plúmbea de la sociedad moderna. Deben ser abolidos.

Los invisibles e intocables (jalea real): Son ricos, tienen el dinero, pueden avasallarnos y ejercen el poder en la sombra, por eso mismo los consideramos nuestros auténticos benefactores. Sin ellos no seríamos nada. Todo lo que tenemos procede en última instancia de ellos. Encarnan la función laica de Dios.

El principio (la ambrosía, la abeja reina): El mercado. Es justo, necesario, matemático, autosuficiente, no tiene rostro, ya que eso sería una limitación. Se puede utilizar en plural siempre que no se concrete. No confundir con los invisibles e intocables, simples sacerdotes y exégetas, ejecutores. El mercado, con su mano invisible, mece la cuna del bien común.

Lo obsoleto (las malas hierbas): La democracia, los derechos humanos, la solidaridad, la igualdad, el saber no convertible en beneficio inmediato… Conviene sustituirlos por sucedáneos de resonancias apocalípticas: crisis, interés, prima de riesgo, déficit, austeridad, sacrificio, supervivencia…

Pero con estos mismos arquetipos hay muchas otras historias posibles. En algunas, otros actores son los zánganos y como protagonistas brillan los derechos humanos y el bienestar de la socialdemocracia. ¡Hay que difundirlas! El ciudadano NYC está esperando.