España ya no está de moda, y menos después de la votación sobre la sede de los Juegos», dijo hace días el presidente de Abertis, al tiempo que anunciaba la disposición de la empresa a invertir hasta 8000 millones de euros en cualquier parte. De todas las necrológicas tras la votación en Buenos Aires, ésta me parece la mejor. Estar de moda es cansadísimo, pues obliga a alimentar el insaciable estómago de la novedad y la apariencia, y siempre termina pasando una factura enorme. Un fin de fiesta acaba con el tiempo de marcha, y nos pone en la jornada laboral, en la agenda real. Desde luego, no hubiera estado nada mal hacer los Juegos, pero tenía el riesgo colateral de ponernos otra vez de moda, y vuelta a empezar con los faroles, como los que salieron del anterior intento por ser sede o de su entorno: autopistas sin coches y urbanizaciones fantasma, que ahora hay que pagar entre todos.