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La morosidad asfixia a la empresa española

Pablo Martí

La morosidad empresarial es un problema de tal magnitud, que la UE estima que es la causa directa de la quiebra del 25% de las empresas que cierran. Intentar cobrar de forma adecuada lo que los clientes le adeudan, es uno de los principales problemas a los que tienen que enfrentarse las pymes y autónomos para poder trabajar sin problemas de liquidez.

Aunque la legislación española fija en 60 días el plazo de pagos, las empresas de nuestro país se sitúan en una media de 93 días, 39 días más que la media europea. En varios sectores, además, la situación es sangrante puesto que los plazos de cobro superan los 180 días, lo que acaba por ahogar a muchas empresas. Por si esto fuera poco, hace unos días conocimos el dato de que el 80% de las compañías no cobra intereses de demora a sus deudores, lo que lastra aún más el tráfico mercantil y provoca el cierre continuado de empresas en nuestro país. Estos datos evidencian que muchas compañías se financian, en parte, a costa de sus proveedores, en su mayoría pymes y autónomos que se ven desbordados por esta situación.

En este contexto es muy importante seguir una serie de consejos de cómo actuar y, llegado el momento, ponerse en manos expertas para poder recuperar la deuda. Es necesario gestionar estos conflictos siempre asesorados por abogados expertos en el tema y no con otro tipo de empresas que están proliferando, especialmente tras la entrada en vigor de la ley de tasas, al margen del cauce procesal. Y es que, si el retraso en los pagos no fuera ya suficiente problema para el tejido empresarial, la ley de tasas está alentando a los morosos a continuar demorándose ya que obliga a los ciudadanos a pagar un alto peaje por el hecho de acudir a los tribunales a ejercitar sus derechos. Aun así, es importante recalcar que a la hora de reclamar obligaciones monetarias, el inicio de un procedimiento judicial supone el reconocimiento de la deuda en un 50% de los casos.

Por eso, es muy recomendable conocer a los clientes antes de iniciar relaciones comerciales con él. Para ello se pueden solicitar informes que advierten de posibles antecedentes de morosidad y tener en cuenta la importancia de que todas las operaciones comerciales están debidamente documentadas, no sólo mediante la factura, sino también por otros documentos suscritos por el cliente-deudor, que ante una situación posterior de impago, sirvan para acreditar la legitimidad de la deuda. La inmediatez a la hora de reclamar el pago es también fundamental. El índice de recuperación de deudas es mucho mayor cuanto menor sea su antigüedad, siendo cierto el dicho de que la deuda vieja es deuda muerta. Si tras todas estas gestiones, no se consigue recuperar la deuda es muy aconsejable acudir inmediatamente a un abogado que le asesore sobre cuál es la vía más adecuada.

Por tanto es necesario convertirse desde el primer momento del impago en la pesadilla del moroso, exigirle una solución inmediata y en caso de no conseguir cobrar por vía amistosa, encargar la gestión a un abogado especializado, que le vaya informando puntualmente de la situación de los expedientes impagados.

Y es que sólo actuando con la mayor rapidez y confiando en buenos profesionales se puede conseguir que los impagados no descentren al empresario de su cometido, vender más y mejor.

*Pablo Martí Sanchis es abogado especializado en gestión de impagados.

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