Siempre lo he creído: se puede aprender de todo y de todos. Y no sólo de los humanos. De los gatos, por ejemplo, he obtenido enseñanzas varias; de los perros, no tanto. Para ello es necesario poseer cierta capacidad auditiva, colocar la atención donde corresponde, porque «algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto». La frase se la he tomada prestada a Gibran Jalil Yibran (ortografía de su nombre procedente de la transcripción española del original árabe; en inglés, Khalil Gibran), del que me llegó hace mucho alguna información y ahora me lo ha recordado Xhelazz, nombre artístico del rapero aragonés Mario Celimendiz Rodellar, admirador confeso del autor de El Profeta, a quien tiene presente en su música.

Para que tengáis una referencia, transcribo una estrofa de su canción Alas Rotas, mismo título del relato autobiográfico de Ybran: «Recta dicen que sea tu conducta. Levántante, vete al trabajo, mantén el pico cerrado. En el curro no quieren al que mucho pregunta. Me cuesta callarme y no paro de exigir. Nací sin saber hablar y no quiero morir sin saber decir: tía, paso de ti». De raperos sólo conocía al alicantino Nach, pero no me importa recomendaros a este zaragozano.

El tal Yibran (Bisharri, Líbano, 1883-Nueva York, USA, 1931) es todo un personaje al que debe dársele de comer aparte. Cultivó la novela y el ensayo, la poesía y la pintura. Escribió en inglés y árabe. La plástica le debió aportar mejores resultados crematísticos que la literatura pues, al registrar un revés económico, no dudó, para superar el trance, en aparcar sus escritos y dedicarse exclusivamente a la producción de óleos y dibujos. Se interesó por la cuestión religiosa, lo que le permitió ganarse, entre sectores árabes, fama de revolucionario, ya que rechazaba la tradición y la corrupción institucional.

Vuelvo al comienzo de este comentario, insisto en el hecho de que se puede aprender de todo y de todos, de unos más y de otros menos. La semana pasada, al resolver una crucifrase de la revista Quiz, descubrí una magnífica cita del autor de Alas Rotas de la que os hago partícipes: «Del hablador he aprendido a permanecer callado; del intolerante, a ser indulgente; del malévolo, a tratar a los demás con cordialidad. Y por curioso que pudiera parecer, no siento ninguna gratitud hacia éstos».

¡La de cosas que se puede aprender! Y más aquí y ahora, donde tanto se habla sin apenas conocimiento del tema; donde tanto se desprecia a los demás alegremente, y donde tanto se actúa con mala voluntad de manera impune. Si aprendiéramos a ser más callados, indulgentes y cordiales, conseguiríamos mejorar nuestra sociedad y no esperar a que nos la mejoren otros, que ni quieren ni saben y por los cuales tampoco hemos de sentir ninguna gratitud.