Entre el 20 y el 22 de julio se celebró la décima edición de los cursos de verano, organizados por la Universidad de Jaén, el Ayuntamiento de Torres y la Fundación Internacional Baltasar Garzón, bajo el título «El papel de las empresas transnacionales y los derechos humanos». La presencia de relevantes personalidades de la vida política, académica y social, expertos en derechos humanos y conocedores de la realidad; hacían especialmente interesante la convocatoria, lo que se confirmó con la asistencia a reventar en territorio y tiempo especialmente propicios para la deshidratación.

La evidencia de más de 80 empresas multinacionales que violan los derechos humanos, del empeoramiento de la imagen de España por las empresas españolas que optaron por la globalización, la desregulación que ésta provoca ante la inexistencia de tratados y procedimientos adecuados, a pesar del plan de la Agencia Española para la Cooperación Inernacional y el Desarrollo (Aecid) que no funciona, la resistencia a la responsabilidad de todo orden de las empresas transnacionales, la privatización de los servicios públicos, la insuficiencia de los principios rectores elaborados por la ONU€ han dado lugar a que haya demasiados espacios de impunidad para quienes quieran seguir aprovechándose de su estatus, forzando en su favor las exigencias del mercado, aprovechándose de las condiciones laborales de los trabajadores e imponiendo unas reglas de mercado bajo los criterios de la asimetría. Como sostenía Joseph Stiglitz (Nobel de Economía 2001), uno de los grandes errores de la globalización ha sido despolitizarla, dejando en manos de tecnócratas la resolución de problemas graves para la sociedad, considerando la globalización como panacea para la resolución de los problemas de la humanidad y dejando a las grandes potencias la utilización de su poder político y económico para configurarla de forma que ganen aquéllas y salgan más empobrecidos los países pobres.

Entre las conclusiones obtenidas vencieron aquellas que afirman que la única razón por la que los políticos se decidirán a hacer algo en favor de los intereses de todos se producirá cuando los ciudadanos empiecen a preocuparse por la pobreza en los países en vías de desarrollo, en la carga que para esos países representa la deuda externa, en el derecho de los países a conseguir condiciones de vida dignas a precio asumible, no tanto a conceder recursos como a gestionar y a responsabilizarse de quien los recibe y de cómo se gestionan, en consecuencia, a imponer sin reservas y como objetivo la potenciación de la democracia con la debilitación de los corruptos. No hay espacio para la globalización de la indiferencia (Francisco). Cuando alguien tira bombas a 10.000 metros de altura a través de ordenador, ni ve ni siente el sufrimiento de las personas y se mantiene desconectado del horror y del dolor. Cuando cualquier economista evalúa la realidad a través de las estadísticas, ignora las consecuencias que se derivan de las elevadas tasas de desempleo y las consecuencias del alto grado de inflación para los descalzos. Si basta con pagar una multa para que todo se olvide, nada impide seguir sobornando y pagar una multa para que todo se olvide.

La respuesta ante las dos lógicas en colisión, la protección del sistema económico y la de los derechos humanos, se encuentra en otorgar valor a la comunidad, no a quienes les huelen los dedos a marisco permanentemente. Ha llegado el momento de la sociedad civil, que exige reducir el espacio de quienes ni reconocen ni aspiran a defender los derechos de todos, pues cualquier empresa ética que cumpla y garantice los derechos humanos ha de ser necesariamente rentable, incluso compitiendo contra las que utilizan el soborno como mecanismo de enriquecimiento.

Nuestros grandes aliados siguen siendo la humanización por la preferencia de las personas en el diseño y ejecución de cualquier acción pública, la transparencia como estrategia y la lucha contra la impunidad, cuyos objetivos coinciden con la iniciativa que desde la Fundación por la Justicia seguimos ofreciendo a la sociedad entera y en la que hemos comenzado a elaborar un gran pacto con todos los grupos políticos que la han suscrito, un considerable número de organizaciones de la vida civil y una importante adhesión de ciudadanos dignos que aspiran a seguir respirando desde la decencia.