Me ha animado a escribir este artículo el hecho de que muchos de los miembros del club al que pertenezco, aparentemente la mayoría, piensan que las diputaciones y, en concreto la de Valencia, no son útiles en el momento sociopolítico actual. Alguno de ellos llegó a decir que, concretamente, servicios como la Granja-Vaquería, que existió hasta el año 1988, tan sólo servía para que hubiera un mamporrero provincial y poco más y que no tiene sentido la existencia de las escuelas de Capataces Agrícolas de Catarroja o de la Viticultura y Enología de Requena o, al menos, su dependencia provincial€

Desde su creación, hace más de 200 años, las diputaciones y en particular la de Valencia, asumió las funciones de educación, beneficencia, fomento, agricultura, ganadería, etc., siendo el instrumento fundamental del desarrollo provincial, hasta la creación de las comunidad autónoma valenciana. Desde ese momento, la diputación ha mantenido competencias que no ha desarrollado aquélla asumiendo las propias, especialmente como garante de que el régimen administrativo local puede funcionar adecuadamente en todos los núcleos de población esparcidos por el territorio valenciano, en especial los más pequeños. En este sentido, conviene recordar que las competencias de los ayuntamientos son muy extensas: urbanismo, patrimonio, tráfico, abastecimiento de agua, gestión de residuos, cementerios, instalaciones culturales y deportivas, alumbrado, etc. Obviamente, los pequeños municipios no tienen capacidad para abordar todas ellas y para eso está la administración local intermedia -la diputación- para colaborar; es decir, el ´Ajuntament dels Ajuntaments´.

Volviendo a la Granja-Vaquería debo decir que en 1988 se desmanteló por carecer de sentido en esa época, pero conviene recordar que en 1909, cuando se había en la provincia 27.000 cabezas de vacuno que se hallaban en un periodo de arbitrario mestizaje con un descenso de la producción láctea lamentable año tras año. Este servicio se encargó de investigar y desarrollar nuevos métodos de reproducción como factor de mejora del ganado, implantando nuevas razas de vacuno e informando a los ganaderos, de modo que, en pocos, años se mejoró la cabaña ganadera y se aumentó considerablemente la producción lechera provincial. Como dato curioso, que avala la gran labor, no quiero dejar de indicar que el 17/5/1988, después de la correspondiente subasta, se adjudicaron los últimos lotes de reses existentes a D. Arturo Garcerá Biot y hoy, gracias al empeño de sus descendientes, han transformado el negocio en una gran granja-vaquería, la segunda mayor de España, con las instalaciones más modernas y ecológicas existentes. ¡Curioso resultado final!

Cuando llegó la filoxera a los viñedos valencianos la diputación creó, en 1906, el Servicio Vitícola Provincial investigando nuevos tipos y métodos de injertos que estuvieran exentos de este mal, desarrollando una enorme labor divulgativa de los nuevos trabajos, hasta llegar a la extinción del mismo. Con el tiempo este Servicio se convirtió en la Escuela de Viticultura y Enología de Requena en donde se han preparado gran número de expertos en el cultivo de la vid y enólogos que vienen propiciando la mejora, de modo muy notable, en la calidad de los vinos de la provincia, así como de los cavas valencianos que con tanta fuerza han irrumpido, por su gran calidad, en los mercados. ¿Será casualidad que en La Vall ´Albaida se produzcan varios millones de injertos de vid que se exportan a todo el mundo?

Adoptar la postura de suprimir las diputaciones y que asuman sus funciones otros nuevos entes o la propia comunidad autónoma es propio de aquéllos que o bien no han sido alcaldes o concejales de los pueblos menores de 2.000 habitantes o bien no son conocedores del Derecho Administrativo.

Estoy seguro del resultado de una hipotética encuesta a realizar entre los alcaldes y concejales de esas poblaciones: ¡No a la supresión!, ¡Viva la diputación! Y probablemente, en una conversación personal añadirían: ¡Gracias diputación! Reflexionemos antes de tomar una postura al respecto.