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No sin mi escaño azul

Cuesta creerlo; después de tantos años de ostracismo, el secretario general del PSOE está en condiciones de optar a la Presidencia del Gobierno y quienes deberían congratularse de la salida del ostracismo parecen haber absorbido los polvos del desierto e impregnar de arideces sus hechos. Censurar el resultado electoral desde el punto de vista exclusivamente numérico, es derrotista y tanto como desconocer el escenario político en el que se han desarrollado las últimas elecciones generales con un país convulsionado por el protagonismo asumido desde las bases sociales. En segundo lugar, exigiendo un referéndum que ratifique los pactos cuando no es un supuesto comprendido en las normas de funcionamiento ni se puede acoger a una interpretación tan laxa del artículo 7 que, en tal supuesto, también debía aplicarse para que las bases socialistas votasen acerca de la intervención activa del Comité Federal, en los acuerdos que alcance el candidato. Por último, están las diputaciones, esos mastodontes cuya razón de ser desapareció con el Estado de las Autonomías a las que corresponde prestar la asistencia municipal en los casos que así lo requieran. Imposible entender ni, por lo tanto, admitir, el pretendido intervencionismo ni la falta de respeto de barones y baronesas cuyo cometido es el que tienen y bastante harán si consiguen llevarlo a cabo.

El problema es muy otro. Todos se consideran con derecho a gobernar. A Rajoy podíamos recordarle que cuando miles de personas se manifestaban, las ninguneaba bajo la sagaz afirmación de que eran más los que se quedaban en casa, para hacerle entender que su mayoría matemática no supera aquello de «somos tanto como vos y todos juntos más que vos». La incontinencia de Podemos ha destapado parte de la cara oculta de un partido capitaneado por pseudo intelectuales, que pretenden serlo de pleno derecho, y burguesitos que para renegar de su condición se disfrazan de proletarios al visitar al Rrey o asistir al Parlamento, y de pingüinos para acudir a las conmemoraciones de la farándula a la que demuestran estar muy próximos. Ciudadanos ha sido consciente de las limitaciones de su poder de decisión y no hemos visto a Rivera promocionarse ni proponer su propio gobierno. Las minorías han hecho lo que han podido y eso tiene su propio mérito.

Lo curioso es que el partido socialista, sistemáticamente denostado por el PP, calificado de vetusto por Podemos, se ha convertido en la punta de lanza para alcanzar soluciones de gobierno. Ambos partidos aspiran a una alianza casi imposible y, a la vez, repudian cualquier elección del novio tan deseado si no le acompañan al altar de la presidencia. Un caso flagrante de falta de sentido de Estado y carencia absoluta de generosidad de espíritu.

En esta tesitura, Ciudadanos „esa derecha moderada que acoge a los avergonzados de las medidas políticas y la institucionalización de la corrupción que a tantos ha enriquecido y a otros tantos ha arrastrado„ ha ascendido en la escala de la estimación general para alcanzar los acuerdos imprescindibles para la gobernabilidad de país que se pregunta en manos de quién estamos. A estas fechas desconocemos un futuro que necesitará de horas, quizá de días, tal vez de circunstancias que den al traste con las perspectivas; pero cuando las nubes de la duda se despejen y podamos contemplar un horizonte limpio, esperemos que quienes no alcancen sus propósitos se contenten con el azul del limpio y no sigan mirando el color de la primera fila de los bancos.

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