El conseller de Hacienda, Vicent Soler, ha tenido dos comparecencias. La primera, ante el restringido lobby de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) y en el Fórum Europa, a micrófono abierto. El presidente de AVE, Vicente Boluda, le transmitió la necesidad de que, desde la Administración, se definan los ejes del modelo económico valenciano y que «todos actuemos orientados en la misma dirección». Por fin todos estamos concernidos. Recuerda a la canción de Atahualpa Yupanqui que termina con el tremendo «los ejes de mi carreta nunca los voy a engrasar». En las últimas décadas había quien disfrutaba con el quejido de los ejes de nuestra carreta de la Comunitat Valenciana y por tanto, ¿para qué los quería engrasar? Parece como si el nuevo gobierno valenciano haya inaugurado los problemas económicos y políticos de este país. Hay muchos testimonios de la postergación valenciana. Desde Francisco Manuel de Melo en el siglo XVII, pasando por Teodor Llorente, Constantí Llombart, Ignasi Villalonga, Joaquim Reig, Martín Domínguez, Joan Fuster, Vicent Ventura, Perpiñá Grau, Ernest Lluch, Alfons Cucó, el bisbe Rafael Sanús, el canonge Espasa, Joaquín Maldonado Almenar, junto a una nómina extensa de homenots que pusieron la realidad valenciana en el mapa de Europa. Y España sin enterarse?.

Han proliferado traidores, conversos y estirachaquetas que a cambio de un cargo, un contrato o una concesión, han violentado los intereses y de los derechos de los valencianos. Así lo denunció el conseller. Boluda recibió al conseller con un preámbulo de aviso y bienvenida, que resumía la finalidad del encuentro: «En primer lugar, conocerte; en segundo lugar, apoyarte y en tercer lugar, exigirte». Por si fuera poco añadió, «con la exigencia te estamos reconociendo tu capacidad, tu rigor y tu conocimiento de la realidad económica valenciana». ¿Ahora?

Es notorio que Vicent Soler se inició en la clandestinidad. Se distingue por sus conocimientos y por la defensa constante de los intereses de los valencianos. Sigue en su línea y así lo explicó ante los asistentes al Fórum Europa. Allí estaban sus compañeros y amigos, Javier Quesada y José María del Rivero. Éste último le ha acompañado en la Fundació Ernest Lluch, en memoria del admirado maestro que, como recordó su presentador, Joan Romero, les enseñó a pensar „«sapere aude» (atrévete a pensar)„, un estilo de vida y de compromiso para tender puentes con Europa.

Resulta obvio descubrir a Vicent Soler en su dilatada carrera académica y en su proyección política. Más aún situarlo como continuador de Ernest Lluch, hombre carismático en Cataluña, en el País Valenciano y en Euskadi, donde se involucró en la lucha antiterrorista hasta el extremo de que le costó la vida. Un progresista asesinado el 21 de noviembre de 2000 en el garaje de su casa. Hasta aquí los hechos. La motivación próxima del crimen fue el artículo de Ernest publicado el 19 de septiembre en El Correo titulado «El problema de mi querida tierra vasca», en el que denunció que el primer asesinato de la barbarie etarra no fue el del comisario Melitón Manzanas en 1968, sino el de una niña de 22 meses, Begoña Urroz Ibarrola, el 20 de junio de 1960, destrozada por una bomba en Lasarte. El artículo de Ernest Lluch, explícito y riguroso, concluía: «A sus asesinos, que el remordimiento les devaste. Indigno inicio en el pecado original de ETA». Dos meses después fue eliminado. Es el precio que pagan quienes se mojan el culo escribiendo.

Efectivamente, se trata de engrasar los ejes de la Comunitat Valenciana. Los ejes económicos, sociales, culturales, históricos, de crear empleo o de recuperar la autoestima de los valencianos. La financiación y el modelo económico son vitales. Punto de partida para todo lo demás. La corrupción y el mercadeo político en España, en combinación perversa, pueden cercenar la necesidad urgente de resolver la financiación de la Comunitat Valenciana, como parte de la realidad española. Los ejes de la carreta valenciana hay que engrasarlos, y mucho, para que funcionen. De su atasco hay responsables con nombres y apellidos. Bastantes, entre ellos, que fueron jaleados y aupados por quienes ahora exigen solución. No sabemos si interesaba que sonaran los ejes o que permanecieran inservibles. Demasiado tiempo para encontrar el camino. «Seguir y seguir la huella». ¿Se miraba hacia otro lado o había complicidad? Vicent Soler tiene ahora la responsabilidad de resolver el embrollo. Utilizando un verso del poeta Andrés Estellés, «Vicent, Vicent, els bous s?en van».