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¡AAAAAAAYYYYYYYY!

Pensaba empezar con un «¡dales caña, Cañizares!», pero, la verdad, no está el horno de la realidad (insultos,odios, agresiones, asesinatos) para bollos: bromas las justas. Así que no empezaré por el «¡dales caña, Cañizares!»«, sino con un «permítanme que insista».

El recalcitrante Cañizares, en sede universitaria y en señalada ocasión, ataca (él prefiere una actitud más cristiana: los ataques vienen de los demás; él reacciona, porque no es «pusilánime ni indiferente y no temo al enemigo») al «imperio gay», al «feminismo radical y destructor» y a la «insidiosa ideología de género». ¿Qué sería la ideología de género? Una teoría que afirma que el género (lo masculino/lo femenino), que

atribuye a un sexo y al otro unas funciones, sentimientos, maneras de ser, actitudes, aptitudes, es una construcción social y cultural.

Cuando alguien afirma, por ejemplo, que las mujeres son irracionales, y por eso no hay quien las entienda, o histéricas, está defendiendo un estereotipo sobre lo femenino: un estereotipo construido en las sociedades patriarcales y que atribuye la racionalidad y la sensatez al varón. A esta ideología (dejémoslo así) se le opone la ideología naturalista que atribuye a cada sexo no ya un estereotipo, sino una esencia y naturaleza inamovibles por naturales. La naturaleza nos ha hecho, digamos que hembras y varones y, además, débiles y aptas para recoger y planchar la ropa o cuidar de los hijos; mientras que a ellos los hizo fuertes y arzobispos, capaces de invadir Polonia escuchando a Wagner, pero incapaces de freir un huevo como Dios manda, porque se lo mandó a ellas. De aquella esencia, esta naturaleza.

Como, además, Cañizares es cristiano, fundamenta la naturaleza toda y la nuestra en Dios: criaturas divinas que fuéramos. Según eso, la homosexualidad es un pecado (contra Dios) y contra natura. Poco importa que uno sienta una inclinación de lo más natural por el vecino y una atracción naturalísima, más allá de todo fingimiento o duda, por el paquete del vecino: es antinatural y es vicio. Dicen ellos que dice Dios cuando habla la naturaleza buena. Así que, «toma, por maricón».

Y ¿qué pensar de ellas, esas radicales e insidiosas feministas, activas, independientes, eslabón perdido entre el hombre-hombre y la mujer-mujer? ¿Qué es lo que pretenden destruir? Que lo diga Cañizares (¡dílo, Cañizares!): pretenden destruir no la familia, sino «el bien precioso de la familia cristiana»; no el futuro de todos y una sociedad de iguales, sino «el futuro del hombre y de la sociedad». En fin: ¡cuánta razón llevan los mitrados (Cañizares&Reig Pla) cuando afirman que de los polvos del marxismo vienen estos lodos de homosexuales empoderados, mujeres sororizadas y hombres-hombres que agonizan como espartanos en las Termópilas de la tradición ante los embates persas de la ideología de género! Cañizares, permíteme que insista: no. Y ustedes, perdónenme que insista, pero ellos empezaron primero.

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