En el anterior artículo comprobamos como durante el verano las condiciones de visibilidad para la buena observación del cielo nocturno en general suelen estar mermadas por la elevada humedad ambiental de las capas más bajas de la atmósfera, lo que nos permite en general intuir, sin atendernos a pronósticos meteorológicos convencionales, el estado del cielo nocturno para su observación en función del estado en el que se observe la baja atmósfera por la tarde. Esta semana trataremos de analizar qué condiciones de visibilidad se suelen dar en otoño en nuestra zona, descubriendo los pequeños trucos de predicción para la observación del cielo en esta estación, desentrañando su razonamiento y la fiabilidad de estas predicciones a muy corto plazo basadas en la observación del cielo.

Las estaciones de transición entre verano e invierno y viceversa son las de más difícil observación en latitudes medias, ya lo son para la predicción convencional, por tanto, para las predicciones basadas en la observación también se complican por razones que en el fondo son las mismas. En verano estamos inmersos en una masa de aire muy cálida y húmeda, relativamente uniforme, pero con la transición hacia el invierno otras masas de aire de diferentes características y con otros tipos de nubes asociadas se van alternando, con lo que en otoño los cambios de tiempo son mucho más frecuentes. Por tanto, debido a lo que comentamos semanas atrás sobre la pérdida de la tradición y conocimiento de la predicción de cambios de tiempo por observación de las nubes, para tratar de inferir las condiciones del próximo cielo nocturno; sin ayuda de la tecnología, solo nos podemos atender a tratar de identificar el tipo de masa de aire que nos sobrevuela durante la tarde y esperar que el cambio de tiempo no sobrevenga por la noche, o en caso de llegar que se trate de una masa de aire fría y seca en todos los niveles. No obstante, climáticamente, durante la primera mitad del otoño las inmersiones de masas con características propicias -frías y secas- son de escasa incidencia en nuestras latitudes. De hecho suelen alternarse episodios de baja visibilidad y abundante nubosidad asociados a masas de aire húmedas y cálidas, aún derivadas del verano, con sucesivos pasos de masas de aire desde el Atlántico, que después de su paso por la Península Ibérica llegan ya muy secas por su base a nuestro rincón del Mediterráneo. Aun así éstas son masas de aire que suelen ir acompañadas de nubes de tipo medio y alto, con lo que por regla general la primera parte del otoño tampoco suele ser propicia para la observación. Durante la segunda parte de esta estación las masas de aire que nos llegan suelen tener características cada vez más frías y menos húmedas, pero las probabilidades de que el paso de nubes medias y altas entorpezca la observación siguen siendo altas. De manera que únicamente en noches ya de cariz más invernal, más calmadas, la visibilidad podrá ser excelente en puntos no propicios para las nieblas o neblinas, como los picos o las faldas de montaña. La próxima semana analizamos con profundidad el invierno.