Alguien debería pedir perdón por el triste espectáculo que es colofón de la lucha interna ya tiempo atrás generada por las ambiciones de poder. Una aspiración bastarda cuando se juega con el futuro de un país y el sentimiento de los militantes socialistas que rechazan la falta de respeto a la organización y a su secretario general, objeto de un acoso sistemático desde que en elecciones limpias y democráticas accedió al cargo. Desde el primer momento afloraron los afanes de protagonismo, la soberbia que emanaba de las faralaes y ensalzaban los palmeros en pro de su protagonismo transitorio.

Es verdad, votos insuficientes; pero son nuestros votos, los que se emitieron para que los populares se apeasen del poder, los que pidieron que ni por acción u omisión se permitiera que continuase. Pedro Sánchez cumplió el mandato surgido de las urnas; somos los que somos y quien quiera, que nos apoye. Después de las primeras elecciones y tras el fracaso de Mariano Rajoy para obtener la investidura, Sánchez lo intentó. El PP le negó el apoyo, la abstención, con el pretexto de su número y Podemos la ofreció a cambio de un alto precio. Segundas elecciones y más de lo mismo. Nuevo fracaso de Rajoy y el injustificado temor a unos terceros comicios que tan solo auguran la repetición de los resultados y la imposibilidad de organizar un Gobierno nacido del consenso.

Sin embargo, en esta tesitura, Pedro Sánchez intenta dar un paso adelante y se le ponen las zancadillas. En el siglo XXI, tu mentora ha descubierto las Américas, esa mente privilegiada que declara que con 85 escaños no se puede gobernar. Naturalmente que no, pero tampoco renunciar a la propia identidad. No queremos acostarnos socialistas y levantarnos como cómplices del PP.

Huelgan las alusiones a un Felipe González desconocido, desnortado; a una Carmen Chacón que no supo perder y el tiempo demuestra que la militancia acertó al postergarla. A dimisiones anteriores en circunstancias radicalmente distintas. Pero usted, señor Ximo Puig, ha incurrido en el infantilismo al dar explicaciones. No es creíble que la orden o el consejo de Sánchez respecto a su pacto con otras fuerzas políticas, que usted desoyó en su momento, pueda ser motivo bastante. No es de recibo lo que parece un rebote, una chiquillada por algo superado y resulta incomprensible que, con la experiencia de lo que ha significado el PP para esta ciudad, esté usted dispuesto a dejar en sus manos el Gobierno de la nación. ¿Dónde cree que está su meta, cuando han sobrepasado todos los límites? ¿Se ha detenido un segundo a reflexionar sobre las consecuencias de su conducta en el electorado?

No sabemos lo que sucederá, pero tenga presente que es coautor de la jaula de grillos en que han convertido al PSOE. Es posible que acaben con su secretario general; pero si no lo consiguen asuman su responsabilidad y prepararen su ostracismo porque aunque haya sido un pilar de su estructura le exigiremos su dimisión. Y se lo digo desde el dolor de una vieja e incondicional amiga que ya no confiará más en usted.