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Malas noticias

El desenlace del Comité Federal del PSOE del pasado 1 de octubre con la dimisión forzada de Pedro Sánchez es una mala noticia para las fuerzas del cambio y de progreso españolas y, particularmente, para la Comunitat Valenciana, cuyo futuro está gravemente hipotecado por el actual modelo de financiación, que el gobierno de Mariano Rajoy defiende.

Aunque en las crisis internas de los partidos siempre hay diversos componentes, es difícil explicar tanta agresividad para cambiar la dirección del PSOE sin aceptar un Congreso y tanto empeño para evitar la opinión de los militantes, solo por el objetivo de «quítate tú para que me ponga yo». Eso es una interpretación superficial que quiere ocultar la verdadera causa de la crisis: evitar cualquier intento de explorar un gobierno alternativo al de la derecha presidido por Rajoy.

Lo que pasa en España es la consecuencia de un ataque de largo recorrido para desmontar lo que se había conseguido de Estado de bienestar y para debilitar el poder de los parlamentos y ayuntamientos elegidos en las urnas a favor del capitalismo financiero global, que ha descubierto que no necesita la democracia y que no se presenta a las elecciones, pero que instrumentaliza a determinados partidos políticos que le hacen el trabajo. Para el PSOE sería interesante estudiar cómo el Partido Laborista británico está intentando abordar esta situación. Jeremy Corbyn ha sido confirmado recientemente líder del partido.

Si lo ocurrido en el Comité Federal del PSOE favorece un gobierno de Rajoy cuatro años más, se habrá perdido una oportunidad de cambio de progreso. Las fuerzas económicas y mediáticas que están detrás de este proceso, habrán conseguido una vez más sus objetivos para seguir esquilmando a la mayoría de la sociedad y para conseguir la desmoralización y el alejamiento de los procesos electorales de las fuerzas de la sociedad que iniciaron la rebelión contra tanta desigualdad impuesta por la derecha en los últimos años.

Detrás de esta crisis en el PSOE, además del impulso de los poderes económicos y mediáticos, hay dos aspectos de la realidad española que se quieren ignorar, pero que deben afrontarse con valentía y transparencia. Uno es la necesaria recomposión de la izquierda en España y otro es abordar el Estado de las autonomías a partir de la situación actual, no de la situación en el momento de aprobar la Constitución. Sin abordar estas cuestiones va a ser difícil la formación de gobiernos estables.

En cuanto a la recomposición de la izquierda, Podemos y todas las fuerzas que hay en su entorno no van a desaparecer solo porque se quiera ignorar los cinco millones de votos que los respaldan. Hay que reconocerlos como una respuesta positiva de la sociedad española para defender la igualdad y la dignidad de todas las personas. Si alguna reflexión tiene que hacer el PSOE, además de reconocer su existencia, que ha permitido recuperar gobiernos de cambio en autonomías y ayuntamientos, es analizar por qué más de cinco millones de españoles de los sectores más jóvenes y dinámicos han elegido otras opciones electorales.

El éxito de los gobiernos del cambio en la Comunitat Valenciana dependen de la financiación autonómica justa, que Rajoy niega, del buen entendimiento con Unidos Podemos y Compromís y de una buena solución al encaje constitucional de Cataluña en España. Sería imperdonable que la salida a la crisis del PSOE cuestionara el Pacte del Botànic y los acuerdos de gobierno en los Ayuntamientos del cambio.

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