En los distintos foros de aficionados se suele discutir cuál es el mejor viento para producir lluvias y, evidentemente, no hay acuerdo porque depende mucho de la orientación de valles y montañas con respecto a los vientos de procedencia marítima, que son los más propicios para provocar lluvia. Aunque la inestabilidad en altitud ha de estar también presente, sin una buena orientación sirve de poco. El sudoeste español, incluyendo una buena parte de Extremadura y Castilla-La Mancha y Madrid tiene sus vientos del sudoeste, llamados ábregos o, de forma muy expresiva, "llovedores". Con igual funcionamiento Galicia tiene sus oestes y sudoestes, el sector cantábrico sus nortes y el sector mediterráneo, simplificando, sus levantes, como sinónimos de vientos húmedos y potencialmente lluviosos. No obstante, basta con fijarse con las formas recortadas de sus costas y de los relieves y valles con respecto al Mediterráneo para darse cuenta de que no es tan sencillo. En el caso del tercio nordeste de la provincia de Alicante y sudeste de la provincia de Valencia una adecuada situación meteorológica y un viento singular producen unas lluvias tan llamativas como las del pasado temporal, con cantidades que oscilaron entre los 200 y los 600 mm en sólo cuatro días y que pueden superar en lo que va de diciembre los 800 y un año, que iba a ser seco, los 1.000. Gracias a la difusión de estaciones meteorológicas de redes de aficionados como Avamet en multitud de pequeños pueblos de este sector se confirma y va más allá de lo esperado este polo húmedo de España, con medias anuales cercanas y superiores a los 1.000 mm, iguales a las de zonas húmedas, pero mucho más irregulares y con mucha más evaporación. Definido todo esto falta encontrar un nombre para esta región pluviométrica, tan excesiva que sólo le llueve con un viento, pero capaz de batir records con sólo un par de temporales al año. Algunos amigos me sugieren el de orinal que, según el diccionario de la RAE, más allá de su acepción más conocida, cuando viene a denominarse como orinal del cielo, quiere decir lugar en el que llueve mucho. A mí me gusta más dar a esta tierra el nombre con el que se identifica en ella el viento del nordeste, el gregal, y llamarla gregalandia. Tampoco está mal recuperar el nombre que se le da a este viento en algunos de estos territorios, Plovença, una mezcla evidente entre el origen teórico y remoto del nordeste, la Provenza, y la etimología valenciana de ploure (llover).