El pasado fin de semana asistí a un día del árbol en Alcoi (Alicante) que, para mi satisfacción, se alejaba del postureo. Varios profesores de la Universidad Miguel Hernández de Elche, dirigidos por el edafólogo (especialista en suelos) Jorge Mataix, eran los encargados de marcar los trabajos. La zona elegida era una que fue arrasada por un incendio en 2012. En las repoblaciones al uso lo esperable era ir a replantar la zona sin más, con los políticos de todos los partidos bien visibles en su buena acción ecologista y, por supuesto, plantando pinos. Pero no, eso eran las cosas que se hacían antes. Cuando yo he criticado estas cosas en otro tiempo siempre se me decía que, al fin y al cabo, ese día es sólo algo simbólico para concienciar a la gente. No obstante, Jorge Mataix se atrevió a llevar el simbolismo y la didáctica al sentido común y no al postureo. En esa misma zona en el día del árbol del año pasado no se plantó ni uno solo, sino que se esparció un mantillo de paja primero y de virutas de madera después para consolidar el suelo, sin el cual no es posible que agarre ningún árbol. Por cierto, esa acción era especialmente necesaria porque la forma de extraer la madera quemada fue demasiado agresiva y se cargó más suelo que el propio incendio. Este año, además de reiterar esa acción y de explicar muy gráficamente con dos botes de plástico transparentes la diferencia entre el suelo que se había restaurado y el que no, se procedió a algo verdaderamente osado en una repoblación, a cortar el exceso de pequeños pinos que habían salido desde 2012, más de 10 por metro cuadrado, que harían inviable un crecimiento adecuado y ordenado. Para ello se puso como ejemplo una zona cercana, donde se había dejado sin orden que este proceso se diera después de 23 años y había quedado una maraña de pinos de 2 metros de alto, finos como un dedo, sin futuro, y un verdadero peligro en un futuro incendio. El propio Jorge reconocía que hacer eso parecía una herejía en un día como éste pero convenció a todo el mundo de la necesidad. Sí, también hubo una repoblación, no con pinos sino con especies mejor adaptadas, que se hizo en aquellas zonas en las que se había recuperado el suelo. La suerte quiso que ese mismo día se iniciara un positivo episodio de lluvia que augura un buen futuro a esos nuevos árboles.