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Y Rajoy, ¿cuándo?

Mientras Aguirre dimitía, Rajoy hacía footing en Brasil y su equipo publicaba la foto en las redes. Este gesto no es cándido. Todo en Rajoy -créanme- pasa por el siguiente axioma: lo complejo es simple y si se complica, entonces es culpa de todos. Sólo así se explica que siga gobernando después de aquel wasap: «Sé fuerte, Luis». Desde entonces, nadie le ha preguntado en rueda de prensa: ¿pero usted cuándo piensa dimitir? Rajoy sólo se irá cuando pierda unas elecciones. Y tampoco está claro. Ya resisitió una derrota ante Zapatero. Es como si Rajoy hubiera pillado el punto a todo. Sabe que la prensa hace ruido, sabe que la clase política hace ruido, sabe que su propio PP hace ruido? pero él hace footing porque se siente impune. Y se siente impune porque maneja esta información: quien más y quien menos, todos los españoles ventilan al fontanero sin factura. Ojo, que todavía acabamos en la misma celda de Ignacio González en Soto del Real. O lo que es peor, nos sale su misma mata de canas en la nuca. (Anotación: dedicar una columna a las canas de Ignacio González).

Caerá. Naturalmente, caerá. Pero, joroba lo que está costando. Caerá pese a Ciudadanos, pese a Iglesias y pese a Felipe. Caerá como han ido cayendo Bárcenas, Rato, Camps, Barberá y Aguirre. Creo que su salida será vía judicial. Algún día, algún juez dirá: usted señor Rajoy ha ganado elecciones con dinero ilegítimo y, o se va, o mando a su partido a la clandestinidad.

Han pasado casi treinta años. Ya hubo un juez de aquí que lo intentó, el juez Manglano. Caso Naseiro. ¿Les suena? Grabaciones en las que, entre otras cosas, un político desconocido de Alicante llamado Eduardo Zaplana confesaba al concejal Palop: necesito ganar dinero, ¿te gusta el Vectra 16 válvulas? Al juez le tumbaron las pruebas. Este es un país de garantías judiciales sólo para los poderosos. Hoy, Zaplana vuelve a estar investigado.

También el homo corruptus parece ser una especie fundamentalmente ibérica. No hay palos como los que dan los españoles. Ya son miles de millones. Una partida de los presupuestos. Sumando todo lo defraudado el déficit público, e incluso la crisis económica, cuadran. Malditos aquellos que nos dijeron que gastábamos demasiado. Les caigan encima todos los fontaneros del mundo.

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