Pedro Sánchez ganó con claridad y contundencia las primarias del PSOE. Esa noche del 21 de mayo se produjo un terremoto político que muy pocos esperaban. No tanto por la victoria en sí como por la diferencia lograda sobre una Susana Díaz que partía como favorita y que no supo desprenderse del cartel de niña mimada del aparato, de los barones y de los históricos. La euforia que siguió al escrutinio ocultó todos los problemas presentes y futuros, entre ellos los durísimos desafíos que le aguardan ahora a Sánchez. Son numerosos, pero, por eso de que estamos en plena Feria de San Isidro, los resumiremos en seis. Seis miuras con trapío, edad, cuajo, lámina y romana y que, si son mal lidiados, van a desarrollar sentido y peligro y a tirar gañafones a la femoral.

Forma de hacer oposición. ¿Optará Sánchez por una oposición frontal y sin concesiones, como anunció en campaña, o acabará entendiendo que, en determinadas circunstancias, la política es el arte de lo posible y el pragmatismo una vía aceptable y sensata? Sabremos algo más concreto cuando introduzca reformas en el grupo parlamentario. La dimisión de Antonio Hernando le ha facilitado algunas cosas y le ha permitido poner a uno de sus fieles, José Luis Ábalos, como portavoz provisional. Durará hasta el próximo congreso socialista. Para después suena Adriana Lastras, que deberá moderar gestos y lenguaje, especialmente con sus correligionarios. En política, cuentan, y mucho, las formas.

Alianzas. No es cierto que haya una alternativa de izquierdas al PP, sobre todo si este pacta con Ciudadanos. ¿Con quién va a aliarse Sánchez?; ¿con un Podemos que continúa poniéndole zancadillas y trampas?; ¿con una Esquerra Republicana cada vez más radicalizada y que, en el Congreso, solo sabe hablar de referéndum y de secesionismo? Por eso, urge que el nuevo baranda socialista aclare cuanto antes su futura política de alianzas.

Modelo territorial. Otra aclaración urgente y necesaria es el modelo territorial por el que va a apostar el PSOE de Sánchez. ¿Sigue creyendo que España es una nación de naciones como dijo en campaña, aunque luego añadió que una nación de naciones culturales?, ¿de cuántas naciones?, ¿solo de las que tienen idioma propio?, ¿solo de las que más protestan? Quizás la política de alianzas sirva para desentrañar este lío metido en una confusión y envuelto en un misterio. Y llevamos siglos así.

Estructura interna. ¿Cómo será y funcionará el nuevo PSOE?, ¿más representativo?, ¿más asambleario?, ¿con presencia e influencia de los perdedores o con total mando en plaza de los vencedores? Si Sánchez quiere restar poder a los barones regionales, ¿quién cubrirá ese hueco?

Frenar las guerras de guerrillas. El próximo congreso tendrá que marcar también las pautas para saber si se acaban las guerras internas o si esto es solo un armisticio temporal. El nuevo secretario deberá ser generoso y abierto, pero, a la vez, obtener compromisos de que no va a haber sublevaciones regionales en cuanto acabe el cónclave de junio.

Seducir al electorado. Pedro Sánchez ganó con algo más de la mitad de los votos del 80 % de la militancia socialista que acudió a las urnas. Muchísimo para unas primarias, pero al podeR se llega venciendo en los comicios nacionales, regionales, municipales, es decir obteniendo millones de votos. Quiere esto decir que de nada servirá su triunfo del día 21 si no consigue convencer a los electores y recuperar tantos diputados perdidos en los últimos comicios. Tal este sea el miura más difícil, un morlaco que requiere saber parar, templar, mandar y cargar la suerte. Y, claro, torear con la izquierda con riesgo, verdad y dominio.