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"Ahora voy a por ti"

Famosa expresión de Noelia de Mingo mientras se dirigía a una de sus víctimas. Saltó (desgraciadamente) a la fama por matar a tres personas en un hospital madrileño en 2003, además de intentar matar a otras cuatro en el mismo hospital donde trabajaba como médico. Recordemos que la protagonista de esta historia padecía y aún padece una enfermedad mental denominada esquizofrenia paranoide. Por estos hechos y debido a su condición de inimputable, la Audiencia Provincial de Madrid le impuso una medida de seguridad de internamiento psiquiátrico por un tiempo máximo de 25 años, que ahora puede verse acortada gracias a los informes de los psiquiatras del centro psiquiátrico penitenciario de Alicante donde sólo ha cumplido 14 años de la medida.

Concretamente, Noelia de Mingo pensó que sus propios compañeros la querían perjudicar, acabar con ella. Es decir, vivía en una situación irreal y actuaba conforme a ese pensamiento. Había creado su propia realidad y estaba actuando conforme a ella, sumergida en ese mundo de falsas creencias y hechos donde ella se consideraba la diana de todo el mundo. El día 3 de abril de 2003, sacó de su bata un cuchillo de 15 cm y comenzó a acuchillar indiscriminadamente a todo aquél con el que se cruzaba por los pasillos del hospital. Ataques inesperados y desorganizados, característicos de esta enfermedad sin tratar, puesto que cualquiera puede ser incluido en el delirio.

Los informes de los psiquiatras avalan ahora su puesta en libertad, bajo tratamiento ambulatorio y con la única supervisión de su madre, a lo que la fiscalía se ha adherido. Todo ello basándose en el buen disfrute que Noelia de Mingo ha hecho de los tres permisos de los que ha disfrutado. Sin embargo, los familiares de las víctimas muestran su indignación por la única medida de vigilancia que sugieren para Noelia, tanto para asegurarse de que se toma la medicación como para tenerla medianamente controlada: su madre.

Y coincido con ellos, al igual que lo haría cualquiera considerando la gravedad de los hechos y de la enfermedad. Es preciso un control y vigilancia por parte de personal sanitario especializado para reducir al máximo los posibles riesgos, tanto para ella como para terceros. ¿Dejaríamos en libertad sin ningún tipo de medida a violadores o asesinos?

¿Quién pagará las consecuencias si sufre un nuevo delirio que le haga matar a más personas? ¿Quién se hará cargo de ella cuando su madre fallezca? ¿El psiquiatra que avaló su curación o los Tribunales si conceden su libertad bajo el control de su madre? La única respuesta (irreal pero justa) que a mí se me ocurre es que entre el Ministerio de Justicia y de Sanidad ejerzan la custodia compartida.

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